domingo, 29 de abril de 2012

FICCIÓN 6 / LA VIDA SE EMPEÑA EN DARTE LECCIONES - ¿Que está pasando?.

El silencio en el interior de coche era sepulcral en contraste con el ruido de la lluvia golpeando con fuerza en el exterior, mi confusión aumentaba a medida que lo hacían los kilómetros que me alejaban del lugar que creía mi futuro hogar.
A penas tres horas antes estaba en el trabajo celebrando el cumpleaños de uno de los niños; habían transcurrido once días desde el ultimo viaje de Naín a casa de sus familiares y no tuve noticias suyas en ningún momento, por eso me sorprendió que irrumpiera en la clase preguntando si podía hablar conmigo, me había acompañado hasta la calle y me había pedido que preparase las maletas, al parecer nos íbamos de allí.
- ¿Ya tenemos casa?.
- Si.
- ¿Está cerca, es bonita?.
- Ahora subo y te lo cuento.
- Subí y creo que nunca había preparado tan rápidamente unas maletas, estaba feliz, por fin teníamos un lugar propio para vivir, recuperaría mi intimidad y podría prepararlo todo para la llegada de nuestra pequeña.
Abrí las ventanas y barrí el aula, quería dejarlo todo lo más recogido posible, era una forma de mostrar mi agradecimiento hacia una hospitalidad que no nos habíamos merecido.
Estaba dejando las maletas en la puerta cuando llegó mi marido con Elga, una de las profesoras,  tenía los ojos llorosos, pensé que no era para tanto, pero cuando comenzó a hablar y se despidió de mí, me di cuenta de que algo no marchaba bien.
-¿Que pasa, porqué se despide de mi Elga?, ¿es que nos vamos a alguna parte?.
-Helmut no quiere que nos quedemos aquí, nos vamos.
Elga nos acompañó hasta la puerta, me explicó que las otras compañeras ya se habían ido, que  ninguna de ellas tenía ni idea de lo que iba a pasar, ella se había enterado de casualidad ya que tubo que dar vuelta a medio camino porque se le había olvidado la chaqueta y tenía las llaves de casa en un bolsillo, allí se encontró con Helmut que le comunicó nuestra marcha, se notaba que quería añadir algo más, pero no se atrevía; metimos las maletas en el coche y volvió a abrazarme con lágrimas en los ojos, pedí despedirme de Helmut pero mi marido dijo que tenía prisa, que ya pasaríamos en otro momento a saludarlo; Elga intentó apuntarme su dirección y numero de teléfono en un papel, mi marido volvió a repetir que los visitariamos en breve, Elga le pidió que pasáramos a presentarle a la niña, el afirmó con la cabeza, subimos al coche y arrancamos, creo que pase un buen rato con la mente en blanco, cuando conseguí tranquilizarme las preguntas se agolparon en mi cabeza pero decidí poner orden en mis pensamientos antes de pronunciarlas en voz alta.
Mi vida comenzaba a antojarseme surrealista, el día de la bofetada después de acostarnos intenté hablar con él sobre lo que había pasado, saqué la bronca a colación, él me cambiaba de tema una y otra vez, quería gritarle que se dejase de tonterías y me tomase en serio pero el miedo acechaba y no me atreví, lo único que conseguí fue que reconiciera que no se había portado bien, que estaba muy extresado porque no había encontrado trabajo y no se acababa de entender con Helmut, el cual quería estar al tanto de sus idas y venidas ya que en parte era responsable de mí al proporcionarme trabajo y acogerme en un inmueble que pertenecía a la casa parroquial.
Al parecer a mi marido le molestaba sobremanera tener que dar explicaciones sobre sus "correrías" cosa que no me dio buena espina ya que si no estuviese haciendo nada malo no tendría ningún problema en contárselo, al menos como acto de deferencia hacia nuestro anfitrión.
De hecho se marchó a media tarde sin despedirse de él, me pidió que se lo comunicase yo al día siguiente, así que me comí el marrón, a Helmut se le vio en la expresión que tal actuación le había sentado como un jarro de agua fría.
Tres días después me invitó a un té y me preguntó a bocajarro si era feliz con mi marido, me quedé sin saber que contestar, afirmé con la cabeza pues se suponía que esa era la respuesta correcta; ahora se que fue un error, tal vez si hubiese sido más sincera mi futuro hubiese variado sustancialmente... pero ¿como ser sincera con otro cuando ni yo misma me había atrevido hacerme esa pregunta?, en realidad mi corta vida me había enseñado que mientras para la mayoría de las personas la felicidad estaba en pequeños detalles a los que no le daban importancia, acompañada de grandes momentos; para otros como yo, la felicidad constituía esos pequeños momentos sin mas.
Si tenía un techo bajo el que cobijarme con mi hija, comida en la mesa, trabajo, mi marido sentaba la cabeza y dejaba de meterse en líos, me consideraba afortunada.
Todo eso carecía de importancia dentro de aquel coche camino de no se sabe donde.
Por fin me atreví a preguntar porqué Helmut no nos quería con el, ¿había hecho algo malo, o simplemente le molestaba la forma de actuar de mi marido?.
- No es para tanto, no encuentro trabajo aquí y sólo con tu sueldo no podemos alquilar una casa, Helmut no podía tenernos más tiempo viviendo en el colegio, además no entendía que estuvieses sola sin mí, se puso pesado así que decidí llevarte conmigo.
- No lo entiendo, me llevas contigo cuando todavía no tienes trabajo, no será mejor que alquile una habitación en una pensión y viva ahí hasta que tu encuentres algo, mi sueldo es pequeño pero para pagar la habitación y comer me llega, y ya cuando tengas algo fijo decidimos que es lo mejor para los dos.
-¿Me estás diciendo que hacer? ¿Que sabrás tu niñata?.
-Lo que se es que estamos dejando atrás un lugar precioso para criar a nuestra hija, y unas personas maravillosas que estaban dispuestas a apoyarnos y darnos un empujón y vamos hacia un lugar donde no sabemos lo que nos espera.
- Dejate de tonterías, a donde vayas conmigo estarás bien, además es bueno que tengamos a parte de mi familia cerca para que vayas conociendo las costumbres de los mios, con estas alemanas estabas cogiendo muy malos habitos, no quiero que te vuelvas una suelta como ellas.
- ¿Qué?, pero que chorrada estas diciendo, no veo nada malo en la actitud de mis compañeras, todo lo contrario, estoy sumamente cómoda con ellas, no veo que tengamos ninguna diferencia cultural.
- Vuestra cultura es una mierda, las mujeres no sabéis el lugar que ocupáis en la familia, no sabéis darle su lugar al hombre, os falta humildad, y sois unas amas de casa pésimas, os gusta demasiado callejear...  a medida que iba hablando su tono de voz se alteraba y se aceleraba, las manos se le crispaban cerrándose en torno al volante, y la vena de la sien se inflamaba, claro indicador de que estaba a punto de salirse de sus casillas.
-¿No creerás ni por un momento que voy a permitir que mi hija se críe en un ambiente tan contaminado?, estas loca si piensas que voy a permitir que crezca como una cualquiera, ella tiene que ser una autentica musulmana, y casarse con un hombre de mi tierra que la cuide!!.
No podía dar crédito a lo que estaba oyendo, ese no era mi marido, vale que era un piezas que no aprendía de sus errores y que siempre estaba metiendo la pata para luego llorar arrepentido, pero esto que decía era la primera vez que salía de su boca en mi presencia, si una sola vez hubiese dicho algo así en España jamás hubiese viajado con él, es más, creo que si sospechase siquiera esa forma de pensar lo hubiese dejado inmediatamente.
¿Cómo lo había podido esconder tanto tiempo?, la niña ya tenía dos años y el siempre se llenaba la boca diciendo que quería que su hija tuviese una carrera y fuese independiente, que viajase y conociese mundo, no entendía nada.
Ayy Dios!! ¿donde me había metido?, decidí que en boca cerrada no entran moscas y pasé calladita el resto del viaje cavilando en lo que era mejor para nosotras y en cuanto de verdad habría en lo que me había dicho sobre los motivos de nuestra marcha, que no me dejara despedirme me pareció una descortesía, además por lo poco que conocía a Helmut el abría avisado a las profesoras de que me iba si le hubiese dado tiempo.
Viendo el panorama lo mejor sería volver a mi tierra y dejar a una persona que a pesar de llevar unos años juntos no conocía en absoluto.
Nuestra proxima parada demostró que mis decisiones, pensamientos, opiniones y sentimientos habían dejado de contar en el momento en el que bajé del autobús en Alemania.
Estaba a punto de descubrir lo que se siente cuando te niegan la posibilidad fisica de desplazarte libremente y lo que es peor aún cuando se pierde la libetad más sagrada, la de ser una misma.
CONTINUARA...

9 comentarios:

  1. Hola, Alondra

    Si tiene que ser durísimo estar tan anulada que ya no puedes decidir por ti, porque otros te obligan a aceptar como tuyas sus ideas. Tremendo y durísimo.

    Besotes.

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  2. Hola Dolce voce, gracias por aportar tu opinión y gracias por cada uno de los consejos e información que das en todos tus blogs, me encantan y los sigo siempre dispuesta para aprender algo nuevo.
    Un bico.

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  3. Hay personas posesivas que no dejan vivir a la persona que tienen al lado, no sé por qué lo hacen; me sentiría ahogada si me pasara eso, es como cortar la libertad...

    Un beso grande querida amiga.

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  4. Un beso Luján, la libertad, un derecho natural al que no le damos importancia hasta que nos falta...

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  5. Ufff no lo tendría a haber leído a estas horas q mal cuerpo.... Libertad es un derecho básico

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  6. Hola Homero, que le voy a contar a un hombre de la mar como tu sobre la libertad.
    Un bico.

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  7. Miedo me da ver como está evolucionando esta historia
    Un besin

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  8. Esperemos que "espabile" esta mujer :)
    Un bico.

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  9. No es por nada pero esta "mezcla" de culturas nunca me ha gustado. Los musulmanes son demasiado machistas, no se si se librara alguno.
    En el sitio que yo trabajo, la sra de la limpieza es musulmana y ella misma dice que los musulmanes que estan en españa son todos unos mentirosos. Mienten mucho. Lo de machistas no lo entiende, creo que va con la cultura.
    Espero que tu protagonista no tarde en reaccionar. Aunque lo tiene dificil.
    Sigo, es lo bueno de llegar tarde jajaja. Un bessito.

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