Levanto la cabeza del ordenador respiro y mis pulmones se llenan de aire de mar, es domingo y está anocheciendo.
Sonrío pensando la inmensa suerte que tengo, estoy sentada en las rocas de una hermosa playa a tres pasos de mi piso y con uno de mis mejores amigos a mi lado, el toca la guitarra y canta bajito una de mis canciones preferidas mientras yo escribo este texto ¿os lo podéis creer? la amistad, la naturaleza más bella y lo último en tecnología al mismo tiempo.
Ayer salimos hasta que despertó el sol y desplazarnos de un local a otro comenzó a resultar incómodo, eso que sólo pretendíamos cenar y tomarnos una copa en un local de moda antes de volver a casa, no falla, las noches más intensas suelen ser las que no planeamos.
Mi amigo ha venido a pasar una semana a la playa antes de volver a salir de viaje, llevamos dos días juntos y estamos tan entusiasmados como cuando eramos unos críos, hoy después de haber pasado el día visitando lugares que además de preciosos nos traían infinidad de recuerdos como combarro, raxo, o la casa de mi adolescencia, hemos decidido bajar una cesta con fruta y algo de picar a las rocas y pasar una noche tranquila de música, confidencias y vino.
La temperatura es ideal y sopla una brisa suave, el rumor de las olas chocando con las rocas no puede ser más relajante, entre risas recordamos un verano maravilloso que pasamos juntos, yo vivía en una casa junto al mar y era la única de nuestra edad que estaba emancipada así que mi casa era el centro de reunión de un montón de gente, todas las noches eran noche de fiesta y él era asiduo a esas veladas que se solían prolongar hasta el amanecer, era lo que se llamaba un niño pijo y estaba estudiando la carrera que después lo llevaría a recorrer el mundo entero. Por aquel entonces nos unían nuestras ganas de experimentarlo todo, de recorrer mundo, nuestra insaciable curiosidad y que los dos eramos ávidos lectores, teníamos charlas interminables sobre temas que no solían interesar demasiado a los chicos de nuestra edad, por eso pasábamos muchas horas juntos.
Brindando con vino recordamos lo preocupados que estaban sus padres de que se fuese a enamorar de esa chica del demonio que vivía de una forma tan inapropiada para su edad.
Tardarían diez años en enterarse de que mi amigo no corría ningún peligro de caer bajo mis redes.
Mi amigo es gay, de hecho conoció al que hasta el día de hoy ha sido el amor de su vida en mi casa y se dieron el primer beso en mi jardín, por desgracia su amor murió hace cinco años víctima de un cáncer y él, aunque ya lo ha superado no quiere saber nada de tener otra pareja, dice que tuvo una relación tan perfecta que sería sacrilegio pretender tener algo parecido.
Son las dos de la mañana y ya estoy en la cama que mañana empieza una semana de mucho trabajo (y que dure) esta noche ha sido muy especial hemos recordado a seres queridos que ya no estarán más con nosotros y a otros que quien sabe si volverán a cruzarse en nuestro camino.
Sobre todo nos hemos dado cariño a raudales que es lo que se dan los amigos.
BUENAS NOCHES.
Cariño incondicional es que ofrecemos a nuestros amigos, que de verdad hay pocos y tenemos que guardarlos como tesoros. Hay recuerdos que nunca se borran porque están gravados a fuego. Qué bonita estampa nos has descrito, me ha parecido oír cantar a tu amigo acompañado del runrún de las olas. Un bessito
ResponderEliminarTenéis mucha suerte de teneros.
ResponderEliminarNo es fácil encontrar un amigo de verdad.
Saludos.
Al leerte he recordado a mi gran amigo, yo diría que el único porque aún sin conocernos en persona nos hablamos y nos damos mucho cariño. Sólo descolgar el teléfono sé como está y él también le ocurre conmigo. Es algo inexplicable pero muy real...Por cierto estoy deseando que terminen sus vacaciones porque lo necesito, necesito escuchar su voz y que me de esos consejillos que tanto bien me hace. Y nunca podré enamorarme de él porque es casado y muy enamorado de su mujer...pero es un amigo muy especial.
ResponderEliminarUn beso grande