sábado, 29 de enero de 2011

HIPOCRESIA

Doy la vuelta a una esquina y me tropiezo contigo otra vez, después de un año sin vernos ahora parece que no hacemos otra cosa, digo hola y paso de largo, unos pasos mas adelante mi cuerpo se gira mientras pienso, no, no, no...
Tú también te has girado y me miras como cogido en falta, espero que surja tu sonrisa, acompañada del brillo de unos ojos siempre alegres, en su lugar aparece un gesto serio que me empieza a ser familiar, se tensan esos labios que un día me besaron insaciables (nadie me a besado como tú), mueves la cabeza en un gesto que entiendo de desaprobación y sigues adelante con tu vida.
No es justo que por haberme enamorado y decidir vivir una historia con final anunciado tenga que pagar un precio tan alto.
Soy soltera, la otra persona también. No le pedimos  permiso a nadie cuando disfrutamos de los buenos momentos, tocó sufrir y no nos tiramos a la calle en procesión de Semana Santa y ahora que se está acabando lo llevamos a trompicones. Aún así, si hay que caerse o levantarse lo hacemos entre nosotros y así será hasta el final.
El resto del mundo es libre para opinar lo que quiera, pero amigo mío, sí...; te digo a ti, mi juez y verdugo, soy la misma que te enamoraba por hacer siempre lo que me dicta mi corazón, que te hacía reír cuándo me ponía el mundo por montera y de la que pensabas que era la persona mas auténtica que conocías.
Tu enfado viene, o eso dices, por no haber probado que pasaba con nosotros antes de lo que tú llamas "meterme en un delirio". Si eres libre, el sexo considero que puedes vivirlo como mejor te plazca, pero en los asuntos del corazón no soy de ir a tres bandas .
¿Qué esperabas?
No me van las pruebas, me arriesgo y si me equivoco peor para mí.
Le cuentas a tu amiga que lo que yo hice fue cerrar cualquier oportunidad para nosotros y que no me lo puedes perdonar, ¿por qué?. ¿Es que acaso no estamos vivos y sanos? -yo te respondo-. lo que te importa es la opinión de esta sociedad podrida, que prefiere hacer las cosas a escondidas.
Si el hecho de hacer lo que considero justo con mi vida me condena a tus ojos y a los de cuatro cotillas para la  eternidad, entonces no me vales la pena ni como amigo, porque para mí lo que cierra (puede que para siempre) una relación es la falta de respeto, sinceridad, honestidad, amor y cariño.
Lo demás es cobardía y eso también tiene un precio que yo no estoy dispuesta a pagar.

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