sábado, 12 de mayo de 2012

FICCIÓN 8/ La vida se empeña en darte lecciones. CELOS.

Dos meses después.
-Hola gallega, ¿tú por aquí?.
-Hola, tenía curiosidad por conocer este mercadillo y necesitaba respirar aire fresco.
-No me extraña, vas del trabajo a casa y de casa al trabajo, dile a tu marido que te dé cancha y te saque un rato a divertirte.
-Bueno, es que no coinciden nuestros horarios, cuando me levanto para trabajar él todavía no ha llegado y cuando llego por la noche ya se ha ido.
-Deberías pedirle que te lleve al centro gallego, así tendrías conocidos de tu tierra y un lugar a donde escaparte de vez en cuando.
-Sí, a ver si encuentra un rato.
-Pero no le digas que te lo he dicho yo que no quiero líos, ya tengo bastante con aguantar a mi cuñado político, hablando de esos dos, por ahí vienen.
-Me giré y ahí estaban, nos saludamos los cuatro y Naín se despidió de ellos comentando que iba a dar un paseo conmigo por el mercadillo.
No habíamos dado dos pasos y comenzó el interrogatorio.
-¿Qué hacías aquí con ese?
-Ya te dije que vendría a dar un paseo y nos encontramos por casualidad.
-Ya, casualidad, ¿no comentaste en el trabajo que vendrías?
-No comiences de nuevo, me cansas y me aburres, ¿qué pretendes si nunca tienes tiempo para mí, que me quede encerrada en casa todo el día?, ya he tenido suficiente de eso.
-¿No te estás quejando siempre para que traigamos a la niña?, pues no derroches el dinero.
-¿Qué dinero? he venido andando, no pensaba comprarme nada entre otras cosas porque todavía no he cobrado y tu nunca sueltas un marco.
-¿Me estás acusando de algo, trabajo toda la noche para esto?.
-Esa es otra, podríamos estar trabajando juntos en la panadería si tú no fueses tan celoso.
-Pues no me des motivos y no te pongas a coquetear a las primeras de cambio y menos con unos polacos y para colmo ahora vas y quedas con ese marroquí, vámonos a casa antes de que me enfade y diga algo que no quiero.
-¿Más todavía? no me quiero ir, no he visto el mercadillo.
-Me encuentro mal, mejor nos vamos.
-Hicimos el paseo de vuelta a casa en silencio.
-Al llegar me fui a la cocina a beber agua y hoy el portazo que dió al marcharse mi marido.
¡Maldito hijo de la gran ...! me la había vuelto a jugar. Pues buena era yo para quedarme en casa para una tarde libre que tenía a la semana (de momento).
Abrí el cajón de los calcetines y busqué las monedas que tenía escondidas, los últimos días había comenzado a sisarle alguna que otra moneda, ya que él al parecer se olvidaba de que su mujer tenía
necesidades, al menos así me podía comprar un helado o un zumo si me apetecía y no tenía que ir mendigando para que me dijese que no llevaba suelto.
Bajé a la calle me compré un helado en la gasolinera que había al lado del edificio y volví al mercadillo, pasé una hora viendo cosas pero ya estaban recogiendo, después me fui a un lago cercano,  para el poco tiempo que llevaba viviendo allí me desenvolvía bastante bien por esa zona de la ciudad, aunque no era el pequeño pueblecito que había conocido al llegar a Alemania, pero estaba mejor que el barrio donde había pasado el mes anterior,  recordé enfuruñada los dos últimos meses, al día siguiente de la conversación con Naín este se fué por la mañana y no apareció hasta la noche, durante el día me había duchado, había dado una vuelta por la casa, que constaba de una sala con un sofa y una mesilla con un televisor encima, un cuarto de aseo con una miniducha y una pequeña cocina, la otra habitación estaba cerrada con llave, al igual que la puerta de la calle cosa que descubrí cuando quise salir a dar una vuelta y me encontré con que no podía abrir, busqué una llave por la casa pero no la ví, seis horas más tarde y muerta de hambre tambien descubrí que la nevera estaba vacía.
Por la noche llegó mi marido y me trajo una hamburguesa que me supo a gloria, me comentó que ya había cubierto un currículum para la fabrica y su amigo le había presentado al encargado, pero que había estado echando una mano descargando muebles para conseguir algo de dinero, claro entonces la gente de a píe no tenía movil y su amigo no tenía teléfono en casa; al parecer tampoco intención de dejarle a una mujer las llaves de su hogar, así que durante un horroroso mes viví a base de un bocadillo al día y paseos de animal enjaulado, unas veces, medio corriendo de un lado a otro y otras arrastrando los pies y mirando por la ventana con cara "languida", entremedias los consabidos enfados, explicaciones diversas y reconciliaciones, pero como eso no iba a durar siempre un buen día me "devolvieron la libertad" y me despedí de aquel hombre con el que no había cruzado ni tres frases en el tiempo que ¿convivimos?.
Pasamos unos días en un piso que al parecer le habían prestado, me habló del trabajo en una panadería donde estariamos los dos, me presentó y el dueño nos explicó en que consistiría el mismo, despues se fueron aparte para continuar hablando, mientras esperaba una española que trabajaba allí me presentó a los compañeros y me dió muchos animos, pues el trabajo tenía un horario nocturno pero después a las chicas que le causaban una buena impresión de principio y que le demostraban que eran trabajadoras y de fiar les daba la opción de trabajar en una de sus numerosas pastelerías en horario de día y de cara al publico, me encantó la noticia, aunque comenté que el idioma sería un problema grave, ella me dijo que no me preocupara que llevaba unos años en Alemania y que se desenvolvía perfectamente, me recomendo apuntarme a clases de alemán, ella me daría la dirección de su profesor, dos compañeros de origen polaco metieron baza en la conversación quejandose de que no entendían nada, que por favor hablasemos en aleman, pasamos a tener una conversación generalizada y se reian con mis meteduras de pata con el idioma, mi marido se acercó sin saludar y dijo que me esperaba en la calle, me despedí azorada y al salir me armo una bronca por hablar y según el coquetear con los polacos, le conté la conversación con la chica y se ofuscó todavía más diciendo que su mujer no iba a trabajar en un sitio que podía dar lugar a malos entendidos con los clientes masculinos y ocasionar faltas de respeto hacía mi, evidentemente tuvimos una gran bronca y salí perdiendo porque decidió que yo no trabajaba allí y punto, al día siguiente me llevó a un local que estaban acondicionando como restaurante me presentó a la dueña que era española y se despidió, esta me dijo que empezaría ese mismo día ayudando en la colocación y limpieza de enseres y del local y después de la apertura pasaría a la cocina como ayudante, me pagariá por horas, entraría a las nueve para tener todo listo a la llegada del cocinero que entraba a las once, descansaría un par de horas por la tarde y me iría por la noche cuando quedase la cocina recogida y limpia, tambien me comentó que necesitaba una persona para limpiar el resto del local y baños de siete a nueve de la mañaña, rapidamente le dije que lo haría yo, así tendría dinero antes para traer a mi niña.
En esas andaba, la dueña me había cedido un piso que iba con el trabajo y que le teniá que pagar a ella y durante ese tiempo me fueron presentando a los compañeros que iban a trabajar allí, eran todos españoles, el cocinero que era un señor de unos cincuenta años y granadino, el camarero que era andaluz y muy simpatico, la hermana de la dueña y la dueña, las dos españolas criadas en alemania desde pequeñas, el cuñado de la jefa era de marruecos pero criado en españa y totalmente adaptado a nuestras costumbres, había conocido a su mujer durante unas vacaciones de ella en las islas canarias, habían pasado un mes juntos y cuando ella se marchó la echo tanto de menos que se presentó en alemania buscó trabajo y ahí llevaba tres años, en sus tiempo libre se  venía a echar una mano en el acondicionamiento del local, y el marido de la jefa, que era turco y solo pasaba a dar el visto bueno,
al parecer tenía un horario nocturno ya que trabajaba en un casino.
A la mañana siguiente mi jefa me dijo que me tomase un descanso y me llevó a un aparte para charlar conmigo, creí que había echo algo mal, pero resultó que quería hablar de algo muy diferente.
CONTINUARA...



viernes, 4 de mayo de 2012

FICCIÓN 7 / La vida se empeña en darte lecciones ¡Encerrada!!

Eran las tres de la madrugada y no conseguía pegar ojo, estaba en una habitación de la que no me atrevía a salir; en una esquina, las maletas de los dos, y en la otra lo que se suponía la cama, (una manta vieja estirada encima de la moqueta y otra manta para cubrir mi cuerpo), en la ventana cortinas azul oscuro raídas, y suciedad en cada centímetro de la habitación.
¿Quién me iba a decir que echaría de menos el aula de la escuela? con sus bancos unidos en forma de cama y su colchón encima.
Maldecía la hora en que había vuelto a confiar en mi marido, tenía que haberlo dejado el día que se metió en "su último lío" en España, pero había llorado y suplicado tanto para que no lo hiciera... había prometido una y mil veces que cambiaría, que lo que había pasado le había servido de lección, que no quería perdernos a su hija y a mí por nada del mundo, insistía en que si no estábamos a su lado su vida no tenía sentido, que sólo quería encontrar un trabajo y disfrutar de nosotras. Yo le quería y se me partía el corazón al verlo así, el día que me contó su conversación con Helmut no me convenció demasiado, pero siguió insistiendo una y otra vez pintando un futuro prometedor para nosotros, un comienzo en otro país.
-Ya lo verás, es un pueblo precioso y la gente es muy agradable, Helmut es buena persona y muy amigo mio, trabajarás en la guardería y tendrás a nuestra niña contigo, viviremos en alguna casa de los alrededores y nuestra peque tendrá su jardín para corretear y si quieres hasta podríamos tener un perrito para que jueguen juntos; Helmut nunca me ha fallado y no va ha hacerlo ahora, si no me puede conseguir un trabajo de chofer en la guardería seguro que me consigue alguno en la ciudad, y también podrás conocer a parte de mi familia, les vas a encantar ya verás son muy sencillos y hospitalarios, están deseando conocerte. Estaré trabajando rodeado de gente sana y bien lejos de las malas compañías, contigo a mi lado apoyandome y viendo crecer a la peque todo será más fácil.
¿Dónde quedaban ahora todas esas promesas, en que parte del camino se había roto el sueño?, se oían las risas de Naín con sus amigos en la salita que estaba justo al otro lado de la pared, parecía que se lo estaban pasando en grande, bien por el...
Habíamos llegado a primera hora de la noche, era un barrio con todos los edificios iguales, un barrio gris y monótono, como muchos de la periferia, bajamos del coche cogimos las maletas y mi marido llamó a un timbre, abrió un hombre de unos cuarenta años en pantalón de pijama y camiseta de asas, hablaron algo en su idioma, el hombre se apartó y mi marido pasó por su lado conmigo detrás, me llevó directamente a la habitación donde me encontraba.
-Si necesitas ir al baño hazlo ahora, luego no podrás salir de la habitación.
Cerro la puerta y desapareció, al rato volvió con las dos mantas. - Tenemos que pasar aquí esta noche, mis familiares no tienen sitio en su casa, quiero charlar un rato con mis amigos y luego me vengo contigo, descansa y mañana hablamos.
-Tengo hambre.
-Venga no creo que sea para tanto, mañana ya nos iremos a comer por ahí.
-Estoy pensando en volver a España.
Suspiró y me miró con fastidio.
- Mañana hablamos.
Sabía que tenía todas las de perder si le montaba un pollo, estaba en territorio hostil y sentía la puerta como el muro de una cárcel, esto tenía que ser un mal sueño.
Al día siguiente me dolía todo el cuerpo y mi marido roncaba a mi lado, me vestí y lo desperté sin miramientos.
-Buenos días, necesito que me des dinero para salir a desayunar y llamar a mi familia, cuando vuelva espero que estés vestido porque quiero sacar un billete para volverme a mi país.
-Hay que mi niña se ha levantado de mal humor, un beso de buenos días, me abrazó y me besó, anda pasa a ducharte y ahora hablamos.
-Ya no quiero hablar, no soy tu niñita, ni tu juguete, ni tu sirvienta para que me trates como me estás tratando, creo que se te fue la olla del todo, o eso o me has estado engañando estos años y no eres la persona que pensaba, la verdad ya no me apetece quedarme a comprobarlo.
-¿Pero una ducha si te darás no?.
Salí del baño y en la misma puerta con su mejor sonrisa y un café sólo estaba Naín.
-Un café para  mi princesa, ¿estás mejor?, seguro que sí, está muy rico, bien cargado como a ti te gusta, lo primero que haremos en nuestra nueva casa será comprar una cafetera y un par de tazas con dibujos de corazones, para recordar siempre cual es nuestro momento favorito del día, unhh que bien huele!! ¿me invitas a un trago?
-¡No! ya lo he terminado.
-Sigues enfadada, ven salgamos a la calle, daremos un paseo y nos tomaremos un desayuno como Dios manda.
-¿Tu nombrando a Dios?.
-Dios, Alá ¿qué más da, ellos son los que deciden no?, ¿zumo de naranja natural y donuts para acompañar el segundo café?, conozco un pequeño restaurante que es como muy acogedor, ponen manteles de lino en las mesas y flores de verdad, los panecillos siempre parecen recién orneados y la mermelada y la mantequilla están en el punto exacto para que se deslicen solas por las tostadas.
Que bonita estás, te sientan muy bien los cambios, deberíamos viajar más.
A todo esto ya estábamos en la calle.
-Mira aquí tienes una cabina, introduce esta tarjeta, puedes hablar el tiempo que quieras, dile que como mucho en dos semanas tendremos el piso nuevo y nos podremos traer a la peque y dile que te he conseguido un trabajo.
-Ya estaba muy feliz con el que tenía.
-Mi tiger siempre rebelde, cariño de verdad, ¿crees que haría algo que os perjudicase a ti o a la niña?, os quiero, sois mi vida y quiero lo mejor para vosotras, en esta ciudad tengo muchas posibilidades de encontrar trabajo, mi familia no entiende que estemos tan lejos de ellos, es mejor que vivamos aquí, de verdad; si te pones enferma ¿quién cuidará a la peque mejor que alguien de su propia sangre?.
Siento lo que te dije ayer, es que me da miedo perderte por la distancia y la influencia de otras personas, a muchos alemanes no le gustamos, no admiten las costumbres que tenemos, nuestra religión.
-En la guardería había personas de diferente religión y no tenían problemas entre ellos, creo que te preocupas por tonterías.
-Mi amor me preocupo porque te quiero y no puedo imaginarme el perderte, tenemos que pasar un tiempo con mi amigo, el trabaja en una fábrica y me puede ayudar, en mi cultura los hombres y las mujeres que no se conocen no pueden estar bajo el mismo techo solos, y no está bien que la mujer se relacione demasiado con ellos, mi amigo al saber que venía avisó a otros colegas de la infancia, y me encontré con la sorpresa nada más llegar, no quería que te encontrases en una situación incómoda por eso te llevé a la habitación, mi amigo tiene a su familia en el Kurdistan, todo el dinero que gana se lo manda a ellos, no tiene mujer que le limpie y sólo tiene una habitación amueblada, me la ofreció pero me supo mal que el durmiera en el suelo, entiendelo...
-Tienes razón, pero entiendeme tu a mi, si no me cuentas esas cosas yo no soy adivina, siento que no tengo derecho a opinar y eso me preocupa.
- Vamos a desayunar y te prometo que a partir de ahora te lo contaré todo y decidiremos las cosas juntos.
Desayunamos, me enseñó parte de la ciudad, el polígono y la fabrica donde iba a trabajar él, un colegio donde se suponía iba a estudiar nuestra hija y sobre todo fue el hombre encantador que yo había conocido unos años atrás...
CONTINUARÁ...