sábado, 12 de mayo de 2012

FICCIÓN 8/ La vida se empeña en darte lecciones. CELOS.

Dos meses después.
-Hola gallega, ¿tú por aquí?.
-Hola, tenía curiosidad por conocer este mercadillo y necesitaba respirar aire fresco.
-No me extraña, vas del trabajo a casa y de casa al trabajo, dile a tu marido que te dé cancha y te saque un rato a divertirte.
-Bueno, es que no coinciden nuestros horarios, cuando me levanto para trabajar él todavía no ha llegado y cuando llego por la noche ya se ha ido.
-Deberías pedirle que te lleve al centro gallego, así tendrías conocidos de tu tierra y un lugar a donde escaparte de vez en cuando.
-Sí, a ver si encuentra un rato.
-Pero no le digas que te lo he dicho yo que no quiero líos, ya tengo bastante con aguantar a mi cuñado político, hablando de esos dos, por ahí vienen.
-Me giré y ahí estaban, nos saludamos los cuatro y Naín se despidió de ellos comentando que iba a dar un paseo conmigo por el mercadillo.
No habíamos dado dos pasos y comenzó el interrogatorio.
-¿Qué hacías aquí con ese?
-Ya te dije que vendría a dar un paseo y nos encontramos por casualidad.
-Ya, casualidad, ¿no comentaste en el trabajo que vendrías?
-No comiences de nuevo, me cansas y me aburres, ¿qué pretendes si nunca tienes tiempo para mí, que me quede encerrada en casa todo el día?, ya he tenido suficiente de eso.
-¿No te estás quejando siempre para que traigamos a la niña?, pues no derroches el dinero.
-¿Qué dinero? he venido andando, no pensaba comprarme nada entre otras cosas porque todavía no he cobrado y tu nunca sueltas un marco.
-¿Me estás acusando de algo, trabajo toda la noche para esto?.
-Esa es otra, podríamos estar trabajando juntos en la panadería si tú no fueses tan celoso.
-Pues no me des motivos y no te pongas a coquetear a las primeras de cambio y menos con unos polacos y para colmo ahora vas y quedas con ese marroquí, vámonos a casa antes de que me enfade y diga algo que no quiero.
-¿Más todavía? no me quiero ir, no he visto el mercadillo.
-Me encuentro mal, mejor nos vamos.
-Hicimos el paseo de vuelta a casa en silencio.
-Al llegar me fui a la cocina a beber agua y hoy el portazo que dió al marcharse mi marido.
¡Maldito hijo de la gran ...! me la había vuelto a jugar. Pues buena era yo para quedarme en casa para una tarde libre que tenía a la semana (de momento).
Abrí el cajón de los calcetines y busqué las monedas que tenía escondidas, los últimos días había comenzado a sisarle alguna que otra moneda, ya que él al parecer se olvidaba de que su mujer tenía
necesidades, al menos así me podía comprar un helado o un zumo si me apetecía y no tenía que ir mendigando para que me dijese que no llevaba suelto.
Bajé a la calle me compré un helado en la gasolinera que había al lado del edificio y volví al mercadillo, pasé una hora viendo cosas pero ya estaban recogiendo, después me fui a un lago cercano,  para el poco tiempo que llevaba viviendo allí me desenvolvía bastante bien por esa zona de la ciudad, aunque no era el pequeño pueblecito que había conocido al llegar a Alemania, pero estaba mejor que el barrio donde había pasado el mes anterior,  recordé enfuruñada los dos últimos meses, al día siguiente de la conversación con Naín este se fué por la mañana y no apareció hasta la noche, durante el día me había duchado, había dado una vuelta por la casa, que constaba de una sala con un sofa y una mesilla con un televisor encima, un cuarto de aseo con una miniducha y una pequeña cocina, la otra habitación estaba cerrada con llave, al igual que la puerta de la calle cosa que descubrí cuando quise salir a dar una vuelta y me encontré con que no podía abrir, busqué una llave por la casa pero no la ví, seis horas más tarde y muerta de hambre tambien descubrí que la nevera estaba vacía.
Por la noche llegó mi marido y me trajo una hamburguesa que me supo a gloria, me comentó que ya había cubierto un currículum para la fabrica y su amigo le había presentado al encargado, pero que había estado echando una mano descargando muebles para conseguir algo de dinero, claro entonces la gente de a píe no tenía movil y su amigo no tenía teléfono en casa; al parecer tampoco intención de dejarle a una mujer las llaves de su hogar, así que durante un horroroso mes viví a base de un bocadillo al día y paseos de animal enjaulado, unas veces, medio corriendo de un lado a otro y otras arrastrando los pies y mirando por la ventana con cara "languida", entremedias los consabidos enfados, explicaciones diversas y reconciliaciones, pero como eso no iba a durar siempre un buen día me "devolvieron la libertad" y me despedí de aquel hombre con el que no había cruzado ni tres frases en el tiempo que ¿convivimos?.
Pasamos unos días en un piso que al parecer le habían prestado, me habló del trabajo en una panadería donde estariamos los dos, me presentó y el dueño nos explicó en que consistiría el mismo, despues se fueron aparte para continuar hablando, mientras esperaba una española que trabajaba allí me presentó a los compañeros y me dió muchos animos, pues el trabajo tenía un horario nocturno pero después a las chicas que le causaban una buena impresión de principio y que le demostraban que eran trabajadoras y de fiar les daba la opción de trabajar en una de sus numerosas pastelerías en horario de día y de cara al publico, me encantó la noticia, aunque comenté que el idioma sería un problema grave, ella me dijo que no me preocupara que llevaba unos años en Alemania y que se desenvolvía perfectamente, me recomendo apuntarme a clases de alemán, ella me daría la dirección de su profesor, dos compañeros de origen polaco metieron baza en la conversación quejandose de que no entendían nada, que por favor hablasemos en aleman, pasamos a tener una conversación generalizada y se reian con mis meteduras de pata con el idioma, mi marido se acercó sin saludar y dijo que me esperaba en la calle, me despedí azorada y al salir me armo una bronca por hablar y según el coquetear con los polacos, le conté la conversación con la chica y se ofuscó todavía más diciendo que su mujer no iba a trabajar en un sitio que podía dar lugar a malos entendidos con los clientes masculinos y ocasionar faltas de respeto hacía mi, evidentemente tuvimos una gran bronca y salí perdiendo porque decidió que yo no trabajaba allí y punto, al día siguiente me llevó a un local que estaban acondicionando como restaurante me presentó a la dueña que era española y se despidió, esta me dijo que empezaría ese mismo día ayudando en la colocación y limpieza de enseres y del local y después de la apertura pasaría a la cocina como ayudante, me pagariá por horas, entraría a las nueve para tener todo listo a la llegada del cocinero que entraba a las once, descansaría un par de horas por la tarde y me iría por la noche cuando quedase la cocina recogida y limpia, tambien me comentó que necesitaba una persona para limpiar el resto del local y baños de siete a nueve de la mañaña, rapidamente le dije que lo haría yo, así tendría dinero antes para traer a mi niña.
En esas andaba, la dueña me había cedido un piso que iba con el trabajo y que le teniá que pagar a ella y durante ese tiempo me fueron presentando a los compañeros que iban a trabajar allí, eran todos españoles, el cocinero que era un señor de unos cincuenta años y granadino, el camarero que era andaluz y muy simpatico, la hermana de la dueña y la dueña, las dos españolas criadas en alemania desde pequeñas, el cuñado de la jefa era de marruecos pero criado en españa y totalmente adaptado a nuestras costumbres, había conocido a su mujer durante unas vacaciones de ella en las islas canarias, habían pasado un mes juntos y cuando ella se marchó la echo tanto de menos que se presentó en alemania buscó trabajo y ahí llevaba tres años, en sus tiempo libre se  venía a echar una mano en el acondicionamiento del local, y el marido de la jefa, que era turco y solo pasaba a dar el visto bueno,
al parecer tenía un horario nocturno ya que trabajaba en un casino.
A la mañana siguiente mi jefa me dijo que me tomase un descanso y me llevó a un aparte para charlar conmigo, creí que había echo algo mal, pero resultó que quería hablar de algo muy diferente.
CONTINUARA...



viernes, 4 de mayo de 2012

FICCIÓN 7 / La vida se empeña en darte lecciones ¡Encerrada!!

Eran las tres de la madrugada y no conseguía pegar ojo, estaba en una habitación de la que no me atrevía a salir; en una esquina, las maletas de los dos, y en la otra lo que se suponía la cama, (una manta vieja estirada encima de la moqueta y otra manta para cubrir mi cuerpo), en la ventana cortinas azul oscuro raídas, y suciedad en cada centímetro de la habitación.
¿Quién me iba a decir que echaría de menos el aula de la escuela? con sus bancos unidos en forma de cama y su colchón encima.
Maldecía la hora en que había vuelto a confiar en mi marido, tenía que haberlo dejado el día que se metió en "su último lío" en España, pero había llorado y suplicado tanto para que no lo hiciera... había prometido una y mil veces que cambiaría, que lo que había pasado le había servido de lección, que no quería perdernos a su hija y a mí por nada del mundo, insistía en que si no estábamos a su lado su vida no tenía sentido, que sólo quería encontrar un trabajo y disfrutar de nosotras. Yo le quería y se me partía el corazón al verlo así, el día que me contó su conversación con Helmut no me convenció demasiado, pero siguió insistiendo una y otra vez pintando un futuro prometedor para nosotros, un comienzo en otro país.
-Ya lo verás, es un pueblo precioso y la gente es muy agradable, Helmut es buena persona y muy amigo mio, trabajarás en la guardería y tendrás a nuestra niña contigo, viviremos en alguna casa de los alrededores y nuestra peque tendrá su jardín para corretear y si quieres hasta podríamos tener un perrito para que jueguen juntos; Helmut nunca me ha fallado y no va ha hacerlo ahora, si no me puede conseguir un trabajo de chofer en la guardería seguro que me consigue alguno en la ciudad, y también podrás conocer a parte de mi familia, les vas a encantar ya verás son muy sencillos y hospitalarios, están deseando conocerte. Estaré trabajando rodeado de gente sana y bien lejos de las malas compañías, contigo a mi lado apoyandome y viendo crecer a la peque todo será más fácil.
¿Dónde quedaban ahora todas esas promesas, en que parte del camino se había roto el sueño?, se oían las risas de Naín con sus amigos en la salita que estaba justo al otro lado de la pared, parecía que se lo estaban pasando en grande, bien por el...
Habíamos llegado a primera hora de la noche, era un barrio con todos los edificios iguales, un barrio gris y monótono, como muchos de la periferia, bajamos del coche cogimos las maletas y mi marido llamó a un timbre, abrió un hombre de unos cuarenta años en pantalón de pijama y camiseta de asas, hablaron algo en su idioma, el hombre se apartó y mi marido pasó por su lado conmigo detrás, me llevó directamente a la habitación donde me encontraba.
-Si necesitas ir al baño hazlo ahora, luego no podrás salir de la habitación.
Cerro la puerta y desapareció, al rato volvió con las dos mantas. - Tenemos que pasar aquí esta noche, mis familiares no tienen sitio en su casa, quiero charlar un rato con mis amigos y luego me vengo contigo, descansa y mañana hablamos.
-Tengo hambre.
-Venga no creo que sea para tanto, mañana ya nos iremos a comer por ahí.
-Estoy pensando en volver a España.
Suspiró y me miró con fastidio.
- Mañana hablamos.
Sabía que tenía todas las de perder si le montaba un pollo, estaba en territorio hostil y sentía la puerta como el muro de una cárcel, esto tenía que ser un mal sueño.
Al día siguiente me dolía todo el cuerpo y mi marido roncaba a mi lado, me vestí y lo desperté sin miramientos.
-Buenos días, necesito que me des dinero para salir a desayunar y llamar a mi familia, cuando vuelva espero que estés vestido porque quiero sacar un billete para volverme a mi país.
-Hay que mi niña se ha levantado de mal humor, un beso de buenos días, me abrazó y me besó, anda pasa a ducharte y ahora hablamos.
-Ya no quiero hablar, no soy tu niñita, ni tu juguete, ni tu sirvienta para que me trates como me estás tratando, creo que se te fue la olla del todo, o eso o me has estado engañando estos años y no eres la persona que pensaba, la verdad ya no me apetece quedarme a comprobarlo.
-¿Pero una ducha si te darás no?.
Salí del baño y en la misma puerta con su mejor sonrisa y un café sólo estaba Naín.
-Un café para  mi princesa, ¿estás mejor?, seguro que sí, está muy rico, bien cargado como a ti te gusta, lo primero que haremos en nuestra nueva casa será comprar una cafetera y un par de tazas con dibujos de corazones, para recordar siempre cual es nuestro momento favorito del día, unhh que bien huele!! ¿me invitas a un trago?
-¡No! ya lo he terminado.
-Sigues enfadada, ven salgamos a la calle, daremos un paseo y nos tomaremos un desayuno como Dios manda.
-¿Tu nombrando a Dios?.
-Dios, Alá ¿qué más da, ellos son los que deciden no?, ¿zumo de naranja natural y donuts para acompañar el segundo café?, conozco un pequeño restaurante que es como muy acogedor, ponen manteles de lino en las mesas y flores de verdad, los panecillos siempre parecen recién orneados y la mermelada y la mantequilla están en el punto exacto para que se deslicen solas por las tostadas.
Que bonita estás, te sientan muy bien los cambios, deberíamos viajar más.
A todo esto ya estábamos en la calle.
-Mira aquí tienes una cabina, introduce esta tarjeta, puedes hablar el tiempo que quieras, dile que como mucho en dos semanas tendremos el piso nuevo y nos podremos traer a la peque y dile que te he conseguido un trabajo.
-Ya estaba muy feliz con el que tenía.
-Mi tiger siempre rebelde, cariño de verdad, ¿crees que haría algo que os perjudicase a ti o a la niña?, os quiero, sois mi vida y quiero lo mejor para vosotras, en esta ciudad tengo muchas posibilidades de encontrar trabajo, mi familia no entiende que estemos tan lejos de ellos, es mejor que vivamos aquí, de verdad; si te pones enferma ¿quién cuidará a la peque mejor que alguien de su propia sangre?.
Siento lo que te dije ayer, es que me da miedo perderte por la distancia y la influencia de otras personas, a muchos alemanes no le gustamos, no admiten las costumbres que tenemos, nuestra religión.
-En la guardería había personas de diferente religión y no tenían problemas entre ellos, creo que te preocupas por tonterías.
-Mi amor me preocupo porque te quiero y no puedo imaginarme el perderte, tenemos que pasar un tiempo con mi amigo, el trabaja en una fábrica y me puede ayudar, en mi cultura los hombres y las mujeres que no se conocen no pueden estar bajo el mismo techo solos, y no está bien que la mujer se relacione demasiado con ellos, mi amigo al saber que venía avisó a otros colegas de la infancia, y me encontré con la sorpresa nada más llegar, no quería que te encontrases en una situación incómoda por eso te llevé a la habitación, mi amigo tiene a su familia en el Kurdistan, todo el dinero que gana se lo manda a ellos, no tiene mujer que le limpie y sólo tiene una habitación amueblada, me la ofreció pero me supo mal que el durmiera en el suelo, entiendelo...
-Tienes razón, pero entiendeme tu a mi, si no me cuentas esas cosas yo no soy adivina, siento que no tengo derecho a opinar y eso me preocupa.
- Vamos a desayunar y te prometo que a partir de ahora te lo contaré todo y decidiremos las cosas juntos.
Desayunamos, me enseñó parte de la ciudad, el polígono y la fabrica donde iba a trabajar él, un colegio donde se suponía iba a estudiar nuestra hija y sobre todo fue el hombre encantador que yo había conocido unos años atrás...
CONTINUARÁ...



domingo, 29 de abril de 2012

FICCIÓN 6 / LA VIDA SE EMPEÑA EN DARTE LECCIONES - ¿Que está pasando?.

El silencio en el interior de coche era sepulcral en contraste con el ruido de la lluvia golpeando con fuerza en el exterior, mi confusión aumentaba a medida que lo hacían los kilómetros que me alejaban del lugar que creía mi futuro hogar.
A penas tres horas antes estaba en el trabajo celebrando el cumpleaños de uno de los niños; habían transcurrido once días desde el ultimo viaje de Naín a casa de sus familiares y no tuve noticias suyas en ningún momento, por eso me sorprendió que irrumpiera en la clase preguntando si podía hablar conmigo, me había acompañado hasta la calle y me había pedido que preparase las maletas, al parecer nos íbamos de allí.
- ¿Ya tenemos casa?.
- Si.
- ¿Está cerca, es bonita?.
- Ahora subo y te lo cuento.
- Subí y creo que nunca había preparado tan rápidamente unas maletas, estaba feliz, por fin teníamos un lugar propio para vivir, recuperaría mi intimidad y podría prepararlo todo para la llegada de nuestra pequeña.
Abrí las ventanas y barrí el aula, quería dejarlo todo lo más recogido posible, era una forma de mostrar mi agradecimiento hacia una hospitalidad que no nos habíamos merecido.
Estaba dejando las maletas en la puerta cuando llegó mi marido con Elga, una de las profesoras,  tenía los ojos llorosos, pensé que no era para tanto, pero cuando comenzó a hablar y se despidió de mí, me di cuenta de que algo no marchaba bien.
-¿Que pasa, porqué se despide de mi Elga?, ¿es que nos vamos a alguna parte?.
-Helmut no quiere que nos quedemos aquí, nos vamos.
Elga nos acompañó hasta la puerta, me explicó que las otras compañeras ya se habían ido, que  ninguna de ellas tenía ni idea de lo que iba a pasar, ella se había enterado de casualidad ya que tubo que dar vuelta a medio camino porque se le había olvidado la chaqueta y tenía las llaves de casa en un bolsillo, allí se encontró con Helmut que le comunicó nuestra marcha, se notaba que quería añadir algo más, pero no se atrevía; metimos las maletas en el coche y volvió a abrazarme con lágrimas en los ojos, pedí despedirme de Helmut pero mi marido dijo que tenía prisa, que ya pasaríamos en otro momento a saludarlo; Elga intentó apuntarme su dirección y numero de teléfono en un papel, mi marido volvió a repetir que los visitariamos en breve, Elga le pidió que pasáramos a presentarle a la niña, el afirmó con la cabeza, subimos al coche y arrancamos, creo que pase un buen rato con la mente en blanco, cuando conseguí tranquilizarme las preguntas se agolparon en mi cabeza pero decidí poner orden en mis pensamientos antes de pronunciarlas en voz alta.
Mi vida comenzaba a antojarseme surrealista, el día de la bofetada después de acostarnos intenté hablar con él sobre lo que había pasado, saqué la bronca a colación, él me cambiaba de tema una y otra vez, quería gritarle que se dejase de tonterías y me tomase en serio pero el miedo acechaba y no me atreví, lo único que conseguí fue que reconiciera que no se había portado bien, que estaba muy extresado porque no había encontrado trabajo y no se acababa de entender con Helmut, el cual quería estar al tanto de sus idas y venidas ya que en parte era responsable de mí al proporcionarme trabajo y acogerme en un inmueble que pertenecía a la casa parroquial.
Al parecer a mi marido le molestaba sobremanera tener que dar explicaciones sobre sus "correrías" cosa que no me dio buena espina ya que si no estuviese haciendo nada malo no tendría ningún problema en contárselo, al menos como acto de deferencia hacia nuestro anfitrión.
De hecho se marchó a media tarde sin despedirse de él, me pidió que se lo comunicase yo al día siguiente, así que me comí el marrón, a Helmut se le vio en la expresión que tal actuación le había sentado como un jarro de agua fría.
Tres días después me invitó a un té y me preguntó a bocajarro si era feliz con mi marido, me quedé sin saber que contestar, afirmé con la cabeza pues se suponía que esa era la respuesta correcta; ahora se que fue un error, tal vez si hubiese sido más sincera mi futuro hubiese variado sustancialmente... pero ¿como ser sincera con otro cuando ni yo misma me había atrevido hacerme esa pregunta?, en realidad mi corta vida me había enseñado que mientras para la mayoría de las personas la felicidad estaba en pequeños detalles a los que no le daban importancia, acompañada de grandes momentos; para otros como yo, la felicidad constituía esos pequeños momentos sin mas.
Si tenía un techo bajo el que cobijarme con mi hija, comida en la mesa, trabajo, mi marido sentaba la cabeza y dejaba de meterse en líos, me consideraba afortunada.
Todo eso carecía de importancia dentro de aquel coche camino de no se sabe donde.
Por fin me atreví a preguntar porqué Helmut no nos quería con el, ¿había hecho algo malo, o simplemente le molestaba la forma de actuar de mi marido?.
- No es para tanto, no encuentro trabajo aquí y sólo con tu sueldo no podemos alquilar una casa, Helmut no podía tenernos más tiempo viviendo en el colegio, además no entendía que estuvieses sola sin mí, se puso pesado así que decidí llevarte conmigo.
- No lo entiendo, me llevas contigo cuando todavía no tienes trabajo, no será mejor que alquile una habitación en una pensión y viva ahí hasta que tu encuentres algo, mi sueldo es pequeño pero para pagar la habitación y comer me llega, y ya cuando tengas algo fijo decidimos que es lo mejor para los dos.
-¿Me estás diciendo que hacer? ¿Que sabrás tu niñata?.
-Lo que se es que estamos dejando atrás un lugar precioso para criar a nuestra hija, y unas personas maravillosas que estaban dispuestas a apoyarnos y darnos un empujón y vamos hacia un lugar donde no sabemos lo que nos espera.
- Dejate de tonterías, a donde vayas conmigo estarás bien, además es bueno que tengamos a parte de mi familia cerca para que vayas conociendo las costumbres de los mios, con estas alemanas estabas cogiendo muy malos habitos, no quiero que te vuelvas una suelta como ellas.
- ¿Qué?, pero que chorrada estas diciendo, no veo nada malo en la actitud de mis compañeras, todo lo contrario, estoy sumamente cómoda con ellas, no veo que tengamos ninguna diferencia cultural.
- Vuestra cultura es una mierda, las mujeres no sabéis el lugar que ocupáis en la familia, no sabéis darle su lugar al hombre, os falta humildad, y sois unas amas de casa pésimas, os gusta demasiado callejear...  a medida que iba hablando su tono de voz se alteraba y se aceleraba, las manos se le crispaban cerrándose en torno al volante, y la vena de la sien se inflamaba, claro indicador de que estaba a punto de salirse de sus casillas.
-¿No creerás ni por un momento que voy a permitir que mi hija se críe en un ambiente tan contaminado?, estas loca si piensas que voy a permitir que crezca como una cualquiera, ella tiene que ser una autentica musulmana, y casarse con un hombre de mi tierra que la cuide!!.
No podía dar crédito a lo que estaba oyendo, ese no era mi marido, vale que era un piezas que no aprendía de sus errores y que siempre estaba metiendo la pata para luego llorar arrepentido, pero esto que decía era la primera vez que salía de su boca en mi presencia, si una sola vez hubiese dicho algo así en España jamás hubiese viajado con él, es más, creo que si sospechase siquiera esa forma de pensar lo hubiese dejado inmediatamente.
¿Cómo lo había podido esconder tanto tiempo?, la niña ya tenía dos años y el siempre se llenaba la boca diciendo que quería que su hija tuviese una carrera y fuese independiente, que viajase y conociese mundo, no entendía nada.
Ayy Dios!! ¿donde me había metido?, decidí que en boca cerrada no entran moscas y pasé calladita el resto del viaje cavilando en lo que era mejor para nosotras y en cuanto de verdad habría en lo que me había dicho sobre los motivos de nuestra marcha, que no me dejara despedirme me pareció una descortesía, además por lo poco que conocía a Helmut el abría avisado a las profesoras de que me iba si le hubiese dado tiempo.
Viendo el panorama lo mejor sería volver a mi tierra y dejar a una persona que a pesar de llevar unos años juntos no conocía en absoluto.
Nuestra proxima parada demostró que mis decisiones, pensamientos, opiniones y sentimientos habían dejado de contar en el momento en el que bajé del autobús en Alemania.
Estaba a punto de descubrir lo que se siente cuando te niegan la posibilidad fisica de desplazarte libremente y lo que es peor aún cuando se pierde la libetad más sagrada, la de ser una misma.
CONTINUARA...

miércoles, 11 de abril de 2012

FICCIÓN/5 LA VIDA SE EMPEÑA EN DARTE LECCIONES- Desilusión...

La tarde había sido entretenida y en otras circunstancias lo habría disfrutado mucho, pero me sentía abandonada por la persona que compartía mis días desde que era apenas una niña y culpable por no haberme traído a mi hija.
Caminaba pensando en ella, en que me estaba perdiendo momentos de su pequeña vida que no podría recuperar, en como le estaría afectando no tenerme a su lado y en como lo viviría ella cuando la arrancase de nuestra tierra para traerla a un país extraño al que tendría que adaptarse...
Tal vez me equivocaba, pero en España no tenía trabajo ni posibilidades (al menos de momento) de ofrecerle un futuro en condiciones y yo quería que tuviese todo lo que se merecía.
Una moto de gran cilindrada pasó a mi lado y me devolvió al mundo real, había caminado tanto que estaba en las afueras del pueblo, giré la cabeza a la izquierda y mi corazón latió deprisa, estaba viendo un pequeño restaurante de nombre español con unas precioso jardín, mesas de madera  aquí y allá y un miniestanque; mi primer impulso fue el de entrar pedir un agua fresquita y entablar conversación, pero no lo hice, la angustia comenzaba a instalarse de nuevo en mi vida de una forma tan sutil que apenas me daba cuenta, me dije a mi misma que no entraba porque apenas me quedaba dinero, pero lo que en realidad me preocupaba era que a mi marido le pareciese mal, precisamente había salido a pasear porque no estaba tranquila con algo que estaba pasando cada tarde de la ultima semana, resulta que en "mi habitación" ensayaba un grupo, de ahí las guitarras, batería, etc. tocaban todos los días durante dos horas; la primera tarde que llegaron no sabía donde meterme, no tenía intimidad, ni tampoco el derecho de pedirla ya que tenía que estar agradecida de dormir bajo techo gratis y un trabajo remunerado.
Ellos fueron muy amables conmigo, eran cuatro chicos y dos chicas, tendrían más o menos mi edad entre veinte y veinticinco años, eran muy parlanchines y alegres, las chicas enseguida se me acercaron e intentaron entenderse conmigo por señas, entre eso y el alemán que había estado aprendiendo algo conseguimos, fue mucho más fácil cuando el chico que había hecho de interprete entre Helmuth y yo resultó ser uno de ellos, me quedé sentada en una esquina viéndolos ensayar, cuando llevaban una hora hicieron una parada para picar algo y otra vez se acercaron a mi ofreciéndome comida y bebida, una de las chicas comenzó a tararear una canción en español, la del grupo Abba "chiquitita" los ojos se me llenaron de lágrimas, definitivamente estaba muy sensible...
Inmediatamente me abrazaron y me hicieron bromas para que me riera y pensé que dentro de las circunstancias tenía mucha suerte; pasé el resto de la tarde más relajada, los días siguientes los esperé con ilusión; con el trato, la confianza fue en aumento y una tarde uno de los chicos me invitó a ir con ellos a la taberna del pueblo, el que hacía de interprete puso cara de alarma y le habló en Alemán, en medio de la perorata entendí la palabra musulmán, todos se me quedaron mirando y el ambiente se enrareció de repente, fue como si hubiese bajado la temperatura de la habitación unos grados, contesté que no y sonreí, no insistieron, desde ese momento se mostraron más retraídos conmigo.
Eso me hizo recordar la "promesa" de  mi marido de enseñarme a ser una verdadera mujer musulmana, traté de quitarle importancia pero la sensación de estar viviendo un momento irreal y efímero se quedó instalada en mi animo.
Se hacía tarde y volví a mi habitación, encima de un banco estaban las maletas de mi marido, de él no había ni rastro, me imaginé que estaría con Helmut, salí al patio del colegio para esperarlo y al rato vi como se acercaba, traía cara de pocos amigos y ni siquiera me besó, sus primeras palabras fueron para preguntarme por qué no estaba arriba, le conteste que había salido a dar  un paseo y que al menos podía darme un beso.
-Estas loca, estamos en la calle.
-¿Desde cuando ese ha sido un problema?. Llevo un mes sin saber nada de ti, al menos podrías ser un poco amable, otra ya estaría de vuelta en España.
Su expresión de enfado iba en aumento a medida que yo hablaba, me agarró con fuerza de un brazo y me obligó a entrar en el edificio, me volví y alzando la voz le pregunté que qué estaba haciendo, que qué se creía, el bofetón fue fuerte y seco, no lo había visto venir, me quedé helada; salí por la puerta otra vez a la calle, caminé hasta un columpio cercano y me senté en el, notaba como me ardía la cara, y el cuerpo me temblaba por la rabia de haber sido golpeada inmerecidamente; no sé el tiempo que pasé allí sentada, se hizo de noche y el frío pudo conmigo, decidí subir, mi marido no estaba, me quedé de pie en medio de la habitación sin saber que hacer, estaba bloqueada. Mi instinto y mi razocinio me decían que llamase a la puerta de Helmut contase lo ocurrido y pidiese ayuda, pero por otra parte el era su amigo, si lo negaba y contaba otra versión restándole importancia sería su palabra contra la mía, me miré en un pequeño espejo en busca de alguna marca, pero el golpe no había sido tan fuerte como para ello, además; si me creían que podía pasar, el trabajo lo tenía gracias a él y en mi casa no me recibirían precisamente con los brazos abiertos, no podía volver, hablaría con él.
Lo esperé despierta toda la noche, llegó de madrugada y en un estado lamentable, se tiró en la cama sin  quitarse los zapatos y se quedó dormido.
¿Por qué había tenido que cruzarse en mi camino, por qué diablos se fijó en mi con todas las mujeres que le iban detrás cuando me conoció y sobre todo por qué me había enamorado?.
Todavía era muy niña cuando lo conocí y había perdido la adolescencia viviendo como un adulto sin necesidad, no podía dar marcha atrás pues aunque todavía era muy joven tenía una niña a la que cuidar, por la mañana me fui a trabajar como siempre, a la salida mi marido me estaba esperando, se mostró relajado mientras me acercaba, me abrazó y me dio un beso en la mejilla, después me acarició el pelo diciendome cuanto me había echado de menos, unas profesoras que pasaban por nuestro lado se despidieron riéndose y comentando lo bonito de la escena, el les sonrió y dijo en español.- Mi amor, mi amor.
Subimos a la habitación mientras él no paraba de decirme lo guapa que estaba y lo mucho que me quería, me llevó hacía la cama comenzando un ritual de sobra conocido por mí, pensé en pararlo, pero después decidí que así estaría más dispuesto a entablar una conversación sobre lo que había pasado, trataría de razonar con el, eso no podía volver a pasar o lo dejaría, en el fondo me daba miedo que durante la confrontación volviese a mostrarse violento.
Sin saberlo estaba cayendo en una triste espiral de la que tardaría años en salir...
CONTINUARÁ...

domingo, 25 de marzo de 2012

FICCIÓN/4 LA VIDA SE EMPEÑA EN DARTE LECCIONES - Visto y no visto...

Por fin una tarde/noche mi marido dio señales de vida, venía muy "cansado y sin ganas de hablar" justo lo contrario que yo, que necesitaba conversar con otro adulto en mi idioma, contar todo lo que me había pasado y lo que sentía, me quedé con las ganas.
Al día siguiente me levanté para ir al trabajo y me pasé la mañana cavilando sobre el comportamiento del padre de mi hija, se había mostrado frío y distante, amparándose en un incipiente dolor de cabeza evitó tener conversación alguna, se metió en la cama y se quedó dormido al instante, no me gustaba sentirme tan sola cuándo lo tenía a mi lado...
La jornada laboral llegó a su termino y salí disparada para estar con el. No estaba, recogí la habitación y me dispuse a ver la tele un rato, era pequeña y en blanco y negro pero además de hacerme compañía me ayudaba a ejercitar el oído con el alemán.
A la vuelta mi marido parecía relajado, me enseñó las llaves de un coche y me dijo que comeríamos fuera, durante la comida me explicó que se había reunido con parte de su familia y se habían comprometido a echarle una mano en la búsqueda de trabajo, aunque no le había podido dejar dinero, también me contó que al día siguiente hiriamos con Helmut para legalizar mi situación con el trabajo y en el país, me emocioné y me sentí muy agradecida, le conté mis andanzas y pareció interesarse, si le conseguían trabajo cerca mejor, sino, tendría que convivir con algún familiar y venir a verme los fines de semana, pensé que valdría la pena el sacrificio si eso nos permitía ahorrar, traer a mi niña y formar un hogar.
Los días siguientes pasaron vertiginosamente trabajando en la guardería y moviendonos de un lado a otro con Helmut, que cada día era más amable conmigo y más arisco con mi marido, yo no hacia otra cosa que firmar papeles, también me pusieron vacunas aunque todavía hoy no se para que eran, puesto que seguía sin entender el Alemán y mi marido no estaba por la labor de ayudarme; de hecho con el tiempo descubrí que no tenia intención de ponerme nada fácil mi adaptación al país en ninguno de los sentidos, pero eso ya os lo iré contando.
Una mañana mi marido llegó nervioso al parque donde estaba jugando y cuidando a los niños junto con dos de las profesoras y me dijo que se iba otra vez, tenía una entrevista de trabajo en la ciudad, Bremen, me puse muy contenta, esa noche me llamó para informarme de que se quedaría en casa de un amigo una semana o así, le había salido un trabajo sin papeles, le pagaban por horas y serviría para echar una mano mientras le contestaban los de la fabrica donde había tenido la entrevista, y me enviaban mi documentación. Habían comenzado las mentiras sin tapujos, ya que de las otras las había habido siempre...
Para entonces yo ya había caído en la cuenta de que el no podía trabajar sin pasaporte y aunque no tenía posibilidad de preguntar sin descubrir una situación que empezaba a sospechar Helmut desconocía ,
(además de tener que usar un intermediario con un castellano básico), creía que su prisa por arreglar mis papeles provenía de ahí, me necesitaba.
Esta vez fue un mes; un mes sin dar señales de vida, ni tan siquiera una llamada, durante el día intenté no pensar en ello, cosa difícil a medida que avanzaban las semanas y las personas de mi alrededor me lanzaban miradas entre compasivas, desconfiadas y perplejas ante mi repuesta a las preguntas sobre donde se encontraba mi marido, ¿que podía decir?, yo tampoco me creía del todo mis propias respuestas, lo que el me había contado era todo lo que sabía, pero a medida que pasaban los días mi alemán mejoraba y eso traía consigo más y más preguntas.
Por otro lado mi vida en aquel lugar me gustaba, por las mañanas ayudaba a las profesoras con los niños y me encantaba, después de clase siempre se quedaban hablando un rato conmigo, me invitaban a comer a sus casas, e incluso me ofrecieron muebles para cuando tuviese la mía propia, una profesora me enseño una habitación completa para mi niña, empezaba a pensar que tendríamos un futuro después de todo.
Hacía la mitad del mes realizamos una excursión de una semana con los peques mi conocimiento del alemán se aceleró rápidamente, y también mi amistad con los compañeros y compañeras de la excursión.
La ultima noche la directora me llevó a un rincón e intentó hablar conmigo, conseguí entender que me hablaba sobre las diferencias culturales y religiosas y los problemas que podían traer a las parejas y me decía que si la necesitaba estaría allí.
Por la expresión de su cara más que por las palabras intuí que estaba preocupada por mi y eso me entristeció.
El resto del mes fue un bonito anticipo de lo que sería la vida allí con mi hija.
Me la imaginaba linda de verdad, ella y yo levantandonos por las mañanas y dando un paseo a pie hasta la guardería, viéndola jugar en el recreo con sus amiguitas aprendiendo un alemán perfecto más rápido que yo y volviendo juntas a casa, realizar las tareas del hogar y quedar con mis compañeras para dar un paseo ir de compras o disfrutar de una barbacoa, la verdad es que no pensaba demasiado en el papel de mi marido en aquella preciosa fantasía apunto de convertirse en realidad, al fin y al cabo estar enamorada se parece a estar atontada no a serlo...
Continuará.

domingo, 18 de marzo de 2012

3-LA VIDA SE EMPEÑA EN DARTE LECCIONES-Dia de sol radiante.

Me desperté con el sol dandome en los ojos.
¿Quién dijo que Alemania es gris?
Sentada en la improvisada cama trazé un recorrido con la mirada, un sitio interesante, aula usada como local de ensayos musicales reconvertida en dormitorio para nosotros.
No se oía nada más que el canto de los pajaros, me acerqué a la batería y tuve unas ganas irresistibles de ponerme a tocar.
Una ducha me vendría bien, salí al pasillo con la timidez de quien lo hace en ropa interior en un sitio público y desconocido, no se veía ni se oía nada, encontré una salita con un vertedero, cafetera, despensa (vacía) una mesa y cuatro sillas, aproveché para lavarme la cara, tuve la mala idea de intentar beber agua del grifo, agff puro cloro ¡vaaale! ponerme a tocarlo todo y pasearme por el colegio en braguitas no es la mejor carta de presentación, pero es lo que hice.
Era hora de despertar a Naín, resultó que no había ducha y los baños eran los normales de cualquier colegio, nos vestimos sintiéndonos unos auténticos cerdos, bajamos directos a la casa de Helmut nos invitó a desayunar y nos dimos una ducha, más tarde nos tocó esperar en el exterior de la guardería para hablar con las profesoras (por mi parte es un decir).
Naín aprovechó para ponerme al día de lo acordado el día anterior con Helmut.                
Había estado guardándonos y pagando de su bolsillo una casita durante tres meses, el tiempo que mi marido le llevaba diciendo que llegaría y ahora no tenía donde alojarnos, aparte de eso yo podía empezar a trabajar al día siguiente.
Mí trabajo consistiría en ayudar a las profesoras durante las clases (recibir a los niños, ponerle la zapatillas, darles la merienda, acompañarlos al baño etc...)
Por el momento me ensenarían algo de alemán entre todos, iba a cobrar muy poco pero eso era lo de menos, me estaban dando la oportunidad de tener un futuro digno en su país, de hecho estaban buscando un profesor particular de alemán para aprender más rápidamente el idioma y el colegio asumiría los gastos.
Salieron las profesoras, fueron encantadoras conmigo desde el primer momento, me abrazaron y me besaron como si me conocieran de toda la vida, mientras hablaban sin parar (para los que opinan que los alemanes son fríos, diré que mi convivencia con ellos fue muy positiva, les estaré siempre agradecida y los llevo en mi corazón).
Acabó la reunión y nos despedimos, Naín decidió comprar algo por si teníamos hambre o sed cuando estuviésemos en la habitación, le comenté que mi primera impresión  había sido muy positiva, que estaba contenta, deseando comenzar a trabajar y poder traer a nuestra niña.
Mi marido guardó silencio, eso no me gustó nada, algo estaba barruntando, seguro que nada bueno.
De vuelta a la habitación comimos y volví a sacar el tema de nuestro futuro.
-No me comentaste nada de tú trabajo.
-Con el trabajo pasó como con el piso, no me pudieron esperar y se lo llevó otro.
-¿Qué vas a hacer ahora?
-Buscar algo por ahí, pero antes tengo que ir a Hannover a visitar a unos familiares.
-¿No puedes quedarte a buscar trabajo y dejar la visita para el fin de semana?
-No puedo, de hecho tengo que irme ya.
-¿Ahora?
-Sí.
-¿Qué voy a hacer? no conozco el pueblo y dormir aquí sola me da miedo, ¡ya me da miedo quedarme de día!
-No tienes de que preocuparte aquí estarás bien, apenas tenemos dinero y no se cuando voy a encontrar trabajo, con lo que te van a pagar no nos da ni para comer un mes, aquí no nos podemos quedar, tengo que ver a mi familia para pedirles dinero prestado, mañana por la noche estaré de vuelta, como mucho pasado mañana.
-Está bien, si no queda más remedio.
-No, no queda, toma algo de dinero para que compres comida champú o lo que necesites.
Recogió alguna ropa y se fue.
Tenía toda la tarde por delante, bajé al patio, no había nadie, tampoco se veía movimiento dentro de las aulas.
Decidí dar una vuelta por el pueblo, era muy bonito, con casas de dos pisos de altura con su jardín y su valla, otra vez recordé las películas americanas, apenas había tiendas, sólo un pequeño supermercado, una cafetería, el colegio, una gasolinera y la iglesia.
Si conseguía aprender rápidamente el idioma y dar la talla en el trabajo, sería un buen sitio para ver crecer a mi hija, hubiese preferido hacerlo en España cerca de mi familia, pero mi destino no lo había querido así, tendría que sacarle el mejor partido a lo que me había tocado, al fin y al cabo podría ser peor (todavía no sabía hasta que punto).
Entré en el supermercado, me moví preocupada entre las estanterías, no conocía el valor del marco (moneda alemana en ese momento) no sabía decir ni hola y mucho menos leer las etiquetas de los productos o saber cuanto costaban.
Compré lo justo por si acaso y me acerqué nerviosa a la cajera que  me saludó sonriente, metí la compra en la bolsa y le dí un billete pequeño, lo cogió y me dio unas monedas de vuelta, le dirigí una sonrisa y salí a la calle.
Volví a la habitación, me había traído unos libros y decidí pasar el rato leyendo, cenar y acostarme temprano.
Gracias a Dios al día siguiente estaría ocupada trabajando, seguro que cuando me diese cuenta mi marido ya estaría de vuelta y entonces sería todo más fácil.
Esa noche pasé miedo y apenas dormí.
Me levanté temprano, me aseé como pude en la pequeña cocina y bajé a trabajar, la mañana pasó volando, aprendí mis primeras palabras al tiempo que me presentaban a los niños y a sus madres.

Se pasó la tarde y por allí no apareció nadie, supuse que se trabajaría media jornada, seguro que me lo habían dicho, pero claro, no me enteré.
Eran las once de la noche, estaba sentada en la cama, mi marido no había aparecido ni llamado, tenía ganas de comer algo caliente y ducharme pero me daba vergüenza ir a llamar a la puerta del sacerdote.
Me eche a llorar, lo había hecho muchas veces antes y me tocaría hacerlo muchas veces después.
Al día siguiente la misma rutina, mi marido no dio señales de vida y Helmut tampoco.
El sábado me levanté triste, no se trabajaba y yo no sabía que hacer, estaba limpiando la habitación y
llamaron a la puerta, era Helmut, con él venía un vietnamita que hablaba algo de español, hizo de traductor entre nosotros, me traían un televisor para mi entretenimiento, si quería acompañarlo ahora podía ducharme, quería saber donde estaba mi marido.
Yo también...
Le dije la verdad, que se había ido a ver unos familiares que ya tendría que haber vuelto y que no sabía nada de él.
Puso mala cara, pero reaccionó al momento, se levantó y me acompañó a su casa para la ducha.
El resto del día lo pasé encerrada, avergonzada no sabía muy bien porqué.
Llegó el domingo, decidí ir a la iglesia, no soy religiosa practicante pero había que pasar el tiempo, además, me vendría bien tener a Dios y a Helmut contentos.
El lunes me avisaron en el trabajo de que mi marido estaba al teléfono.
-¿Donde estás, que demonios ha pasado?
-Nada, mi familia me esta buscando trabajo, por eso no he vuelto.
-Estoy muy sola y apenas me queda dinero ¿cuando vuelves?
-Pronto.
El "Pronto" se tradujo en quince días, de lunes a viernes las mañanas me pasaban volando, el resto del tiempo fue un suplicio, sobre todo porque leo muy rápido y acabé mis lecturas enseguida.
Diré que pasé hambre porque apenas tenía dinero y me daba vergüenza contarlo, también se produjo una situación un tanto incómoda (aparte de lo de mi marido) porque entre los libros que me traje de España estaba "La lista de Schindler", un día que Helmut me hizo una visita, tenía el libro encima de la cama y no pareció hacerle ninguna gracia.
Juro que no lo hice con ninguna mala intención.
CONTINUARÁ...

2- LA VIDA SE EMPEÑA EN DARTE LECCIONES- ESPERANZA

Bajé del autobús con la patética esperanza de que todo fuese un malentendido fruto del largo trayecto, el cansancio y los nervios. Recogimos el equipaje y salimos de la estación.
- Quédate aquí.
Mientras, se dirigía hacia un señor vestido con un traje sencillo, era alto medio calvo y con bigote, tenía cara de buena persona y quedaba claro por el abrazo que se dieron los dos que nos estaba esperando, cruzé los dedos deseando que fuese el sacerdote.
Se acercó y se dirigió a mí en alemán, yo me limitaba a mirarle con cara de idiota sobrepasada por las circunstancias, mi marido le dijo algo y me observó con estrañeza (gracias a Dios casi todos los gestos faciales son universales), antes de que pudiese reaccionar metieron las maletas en un coche arrancamos y al rato estábamos cenando en un restaurante chino.
Mientras ellos mantenían una charla demasiado tensa para mi gusto (descubrí desde ya, que no entender lo que te dicen los demás agudiza todos tus sentidos y te hace notar cosas que de otra manera pasarían desapercibidas).
Bueno a lo que voy, aproveché para poner en orden mis ideas, el amigo de Nain definitivamente parecía ser  sacerdote, si era así tal vez las situación no fuera tan mala como yo me la había imaginado, y eso significaba que parte de la historia que me había contado era verdad. ¡Gracias a Dios! existiendo el sacerdote lo normal era que también hubiese piso y trabajo ayudando a las profesoras  en la guardería que él llevaba y lo mas importante, clases de Alemán, además la zona sería mayoritariamente de católicos, ventaja para mí .
Vuelta a coger el coche, salida de la ciudad hacia lo que parecía ser un pueblo al estilo de los que se ven en las películas americanas navideñas, o eso me pareció, ya lo comprobaría de día. Ahora lo único que necesitaba era una ducha y una cama .
Finalmente llegamos a un conjunto de edificios formado por una iglesia, una casa que imaginé la del sacerdote, por cierto, se llama Helmut, otro edificio en forma de ele que parecía ser la guardería y un poco más lejos reconocí un colegio, todo ello rodeado de un gran parque dividido por zonas en jardín de infancia, parque infantil, campo de fútbol, tirolina (que entonces no tenía ni la menor idea de lo que era) etc.
Mi primera impresión no podía ser mejor, ya veríamos que pasaba por la mañana...
El sacerdote nos condujo a nuestras maletas y a nosotros al edificio que había reconocido como colegio. Pensé que tal vez tendrían alguna habitación con baño para posibles invitados.
Entramos en el edificio que por dentro parecía ser como cualquier colegio de los que hay a lo largo de la costa gallega construidos en los setenta-ochenta. Subimos al segundo piso y me vi en una aula con un montón de instrumentos musicales, no entendía nada, si era la una de la mañana por dios, para musiquita estaba yo, hecho otra visual y al fondo del aula vislumbro lo que parece ser una cama, no me lo puedo creer... me acerco y ahí están, un montón de bancos juntos con un colchón de noventa encima, y este cubierto con un par de mantas viejas. Otro vistazo. Los ventanales son enormes como casi todos en Alemania y solo tienen cortinas no persianas. Me acerco a una de ellas y viendo el parque fuera pienso en mi hija que hoy cumple dos años. Cuanto la quiero y cuanto la hecho de menos... Estoy triste, pero no me quiero rendir, soy fuerte y tengo que mantener la esperanza.
TODO VA A SALIR BIEN, fue lo ultimo que pensé antes de quedarme dormida muy abrazada a mi marido, aunque por una vez no por amor, si no por miedo a lo que me deparaba el futuro.
CONTINUARA...

viernes, 2 de marzo de 2012

FICCIÓN / 1- La vida se empeña en darte lecciones...

-¿Es que no confías en mi ?.
-Cariño te quiero , sé que te he fallado en muchas ocasiones pero tu has estado siempre a mi lado y después de mi ultima metedura de pata no te mentiría en algo tan serio.  Todo lo que deseo es empezar una nueva vida a tu lado y en unos meses, en cuanto ahorremos un poco, traernos a nuestra hija. - Ya verás como a partir de ahora todo va a ser distinto.
Pensaba en esa y otras conversaciones que había mantenido los últimos tiempos, mientras, el trataba de convencerla de que el futuro de ambos estaba en Alemania, un amigo suyo les tenía reservado trabajo y piso en cuanto se decidieran a viajar,  insistía en que lo que necesitaba era un cambio de aires, centrarse ,volver a ver a los amigos de la infancia y... dejar atrás los vicios , las malas compañias etc., etc., etc.
Mientras lo escuchaba ella se debatía entre sentimientos encontrados, la ilusión que sientes siempre que la vida parece ofrecerte otra oportunidad y el temor de verse plantada en un país del que lo desconocía todo, incluido el idioma, apenas sin dinero y con el padre de su hija que aun estando muy enamorada de el, era consciente de que siempre que le había prometido cambiar y enmendarse lo había hecho. Pero a peor...
Ya estaba. La ilusión había volado y la ansiedad estaba instalada, todo eso cuando ni siquiera habían llegado a la tierra prometida.
-¿Qué pasa, por qué se para el autobús ?
-No te preocupes mi niña es una inspección de rutina, saca el carné y el pasaporte .
-Con el pasaporte es suficiente.
-Haz lo que te digo, dame el pasaporte a mi y quedate con el carné.
-¿Tú no sacas el tuyo?.
-Estate callada y tranquila.
Los inspectores iban pidiendo la documentación fila a fila hasta llegar a la suya, atónita observó como su marido entregaba los dos documentos con un ademán encantador, al finalizar el recorrido se fueron a la garita, se supone que para cotejar el fajo de libritos con la lista de pasajeros.
Ella apenas se permitía respirar ¿acabaria allí su viaje? finalmente uno de los inspectores subió de nuevo al autobús y entregó los papeles  al revisor, este los devolvió a sus dueños.
Pasada media hora y varios kilómetros se atrevió a enfrentarse con él.
- Me has engañado otra vez, todavía no tienes tu pasaporte, no puedes salir de España y mucho menos trabajar o conseguir de nuevo la residencia en Alemania, que no te mandasen de vuelta a casa ha sido un golpe de suerte.
- No digas estupideces, es muy raro que se produzca una inspección de este tipo y de todas formas solo cuentan el número de pasajeros y lo cotejan con el numero de documentos, nosotros somos dos y hemos entregado dos, así de sencillo.
- Para ti todo es muy sencillo, espero que al menos lo de tu amigo el sacerdote, el piso y mi trabajo sea verdad.
- Deja de protestar, ahora ya no estás en tu país, estás conmigo y eso es todo lo que tienes, eres madre y estás casada. Ya es hora de que comiences a comportarte como una verdadera musulmana.
- Eso quiere decir que no puedo tener opinión.
Un silencio incómodo con él mirando al frente. Se gira, y con una sonrisa gélida contesta:
- Desde ahora tu opinión será la mía, se acabó juzgar, amonestar ó decidir. Ya te enseñaré yo como debe comportarse una mujer .
Quiso gritar, abofetearlo, insultarlo, o al menos levantarse todo lo dignamente que le permitía la situación, pedir un cambio de asiento con algún pasajero, en la siguiente parada bajarse del autobús y coger otro de regreso a casa, sí, sería bueno empezar una nueva vida, pero ella y su hija solas.
No hizo nada de eso, si lo hacia tendría que contar lo que estaba pasando y él no se lo permitiría, pues tendría problemas en España y no podría viajar a Alemania. ¡Qué podía hacer!. El poco dinero que tenían lo llevaba él.
Se le ocurrió pedir ayuda cuando llegase, pero sin saber alemán sería complicado y tampoco sabía si existía su amigo el sacerdote. Si la llevaba entre musulmanes empezaba a vislumbrar que no iban a hacer mucho caso de lo que ella dijera.
Pensó en la posibilidad de pedir ayuda a los otros pasajeros pero se armaría la marimorena, puede que lo detuviesen momentáneamente y tembló solo de pensar en cuál podría ser su reacción. Cerró los ojos apoyando la cabeza en el asiento en un vano intento de mantenerse tranquila, estaba entrando en la cuarta dimensión de manos de un ¿psicópata, loco, descerebrado, caradura ?. Qué más daba, si de todas todas la cosa pintaba muy fea, lo peor ... , que el amor no desaparece de golpe y ella estaba enamorada de ese gilipollas, claro, como si no había creído en él otra vez. 
CONTINUARÁ...

viernes, 24 de febrero de 2012

DE LA NIÑEZ

Está sentada en el suelo, rodea las piernas con sus brazos y se balancea despacio en un intento de autoconsuelo, las lágrimas resbalan por sus mejillas encima de otras ya resecas, en su pequeña mano aprieta un hierro con fuerza, los ojos le arden como ascuas por el esfuerzo de mantenerlos abiertos durante horas en la oscuridad del desván.
Repite una y otra vez "voy a ser buena, voy a ser buena, voy a ser buena", como ruido de fondo correteos y chillidos apenas audibles, tiene la vista acostumbrada a la penumbra, pero no consigue ver a los pequeños roedores (en su imaginación son ratas enormes).
Recorre el desván con la mirada, hay bultos por todas partes, un viejo colchón, una máquina de coser estropeada, un armario apolillado y otros enseres que no consigue distinguir.
Tiene frío, no siente hambre, está demasiado aterrada, piensa que si se queda dormida las ratas vendrán y se la comerán, eso es lo que ha oído contar al calor de la lumbre a "los mayores".
Está llena de polvo de ir arrastrándose de un lado a otro cada vez que le parece notar a los ratones pasar cerca, se ha orinado encima de puríto miedo, y le causa terror que su padre habrá esa trampilla y se de cuenta.
Tal vez la saque de allí su madre, no espera abrazos ni consuelo de ella, sólo la mirada acusatoria reprochandole lo mala que es, el silencio tirante que la hace sentirse pequeña y el estropajo en la bañera, como si su madre quisiera arrancarla una suciedad que ya no saldrá nunca de su cuerpo por más  duchas que se dé a lo largo de su vida.
Tal vez si supiera como ser buena...
Ha probado a estarse quieta y no hablar pero no sirve de nada, sólo para que le den un guantazo por "pasmarote" no sabe lo que significa, pero seguro que algo terrible por lo que tardó en dejar de sangrar su nariz.
También se refugió más de una vez en la huerta, de nuevo los gritos buscándola y otra tanda de golpes.
-Estás sucia, naciste sucia y siempre serás una sucia, eso le dice su madre mientras la arrastra hasta la bañera.
Es lo que debe ver su padre en ella... la suciedad, por eso tiene que pegarla y hacerle esas cosas, por eso la castiga. 
Se oye la trampilla, ojalá que sea su madre.

miércoles, 15 de febrero de 2012

FICCIÓN / Pequeña tentación

Las tres de la madrugada y un local medio vacío, en cuanto la vi supe que había valido la pena la caminata para localizar aquella dirección.
Pequeña diosa, desprendiendo de cada poro de su piel toda la fuerza y arrogancia de la juventud, me miró fijamente, creyéndose dueña de la situación.
Pelo muy corto, color blanco, piel morena, ojos de gitana, nariz pizpireta, boca sensual que al sonreír descubría una dentadura perfecta, orejas pequeñas y su cuello unhh... su cuello, largo, delgado, liso.
Disfruté por un momento de su suavidad, me imaginé mordiendo hasta hacer daño y un escalofrío de placer recorrió mi cuerpo hacia a mi entrepierna, todavía no me había deleitado con la visión del suyo repleto de curvas ...
Camiseta blanca dejando entrever unos senos grandes con sus pezones erectos listos para ser saboreados, bajando la mirada me encontré con una cintura estrecha seguida de  amplias caderas,  pantaloncito corto, piernas firmes bien torneadas y para finalizar pies pequeños de uñas perfectas.
Supe que tenia que ser mía.
Me dirigí hacia ella y le susurré al oído, al tiempo que acariciaba su cuello con el reverso de mi mano:
-Ven conmigo.
-¿A donde ?
-A quemar la noche.
-Que cursi ¿no?
-No, con tu fuego y el mio seguro que arde como una antorcha.
Se rió divertida .
-¿Cuantas copas te has bebido para soltarme esa tontería?
-Contigo cerca no necesito beber alcohol, eres tan bonita que nublas el cerebro.
-¿Que quieres de mi?.
No contesté, la besé en la boca lentamente, su sensualidad me provocaba, se dejó hacer sorprendida por la situación, aproveché para cogerla de la cintura y dirigirla hacia la salida, una vez fuera me paré enfrente de ella y la miré a lo ojos.
-Quiero darte y recibir placer.
Creí que se reiría en mi cara o me arrancaría la cabeza, para mi sorpresa me rodeó el cuello con sus brazos y me besó apasionadamente.
Sin hablar, pero sin dejar de mantener en contacto nuestra piel nos dirigimos a un hotel cercano.
El tiempo de inscribirnos recoger la llave y llegar hasta la habitación se nos hizo eterno.
Cuando se cerró la puerta detrás de nosotras nos faltó tiempo para arrancarnos literalmente la ropa, nos quedamos totalmente desnudas, recorriendo nuestros cuerpos con la mirada, me encendió ver en sus ojos el deseo, y comenzó la ceremonia mas bella entre dos personas que se atraen, besos, caricias, abrazos y lametones se mezclaron con arañazos mordiscos y tirones de pelo, en una intención clara de poseernos hasta la saciedad la una a la otra.
Cuándo llegaron los primeros orgasmos y la necesidad no se hizo tan apremiante, nuestro baile en la gran cama del hotel se volvió lento, acompasado, cadencioso, me deleité con el aroma de su piel y la mía mezclado con el de nuestros sexos, una noche maravillosa e inolvidable.
Ya avanzada la mañana se quedó dormida como la chiquilla que todavía era, de repente caí en la cuenta de que no sabia su nombre, (mi pequeña tentación) así la recordaría con el tiempo.
Me vestí sin ducharme para conservar un rato su aroma, la besé suavemente en los labios y me fui de la habitación.
No volví a esa ciudad en la que estaba de paso.

martes, 7 de febrero de 2012

DELICIOSAS VECINITAS

Soy varón casado, cuarenta años, hijos y trabajo fijo, cotidianamente hago las mismas cosas, hablo con la misma gente, vuelvo sobre los mismos pasos.
Fácil, sin sobresaltos, lo que se dice un hombre tranquilo con una vida plácida, quizás... demasiado.
Por eso doy gracias a Dios por otorgarme el pequeño placer de mandarme a mis deliciosas vecinitas, gracias a ellas mi vida es "diferente".
Cada día me levanto y me voy directo a la ducha, lo hago automáticamente con los ojos cerrados y medio dormido.
Cuando salgo soy un hombre nuevo (dentro de lo que cabe).
Me dirijo a la cocina para tomar café, con la taza en la mano me acerco a la ventana, la abro y respiro el  aire fresco de la mañana, miro enfrente y está alguna de mis tres vecinas preparando el desayuno, regando las plantas o tomando el fresco como yo.
Lo bueno es que esté quien esté me saluda con una sonrisa, "bonita forma de empezar el día", lo de las sonrisas es contagioso.
Bajo a la calle con una estampada en la cara.
Durante la jornada me las voy encontrando.
Alicia toma el desayuno de media mañana en la misma cafetería que yo.
Es mujer de café solo, periódico y barra para que no falte conversación.
Le gusta comentar las noticias, reírse con los cotilleos y sobre todo hablar de su equipo de fútbol favorito, este año esta eufórica con su Real Madrid. A los que le dicen que no tiene nada que hacer contra el Barsa ella responde muy seria y con el ceño fruncido un escueto -"ya se verá" para acto seguido adoptar la mejor de sus expresiones y cambiar de tema muy educadamente.
Me gusta hablar con ella, me pone las pilas la energía con que se toma la vida.
De camino a casa suelo comprar el pan y ahí está Rocío cogiendo su chapata y su pan de ajo.
Es la más habladora y dicharachera, conoce a cada una de las personas del barrio, en él la adoran, y es que siempre tiene una palabra amable, un gesto de cariño, si hace falta que alguien cuide durante un rato un niño o un anciano ahí esta ella, de camino a casa me pone al día del ultimo nacimiento, divorcio o cualquier otro cotilleo, pero jamás habla mal de nadie, la verdad es que su manera de contar las cosas es muy divertida.
Ya en la puerta de nuestros respectivos pisos nos despedimos con un franco y alegre hasta luego.
Mi "gordi" me recibe con el delantal puesto y una copa de vino tinto que me entrega mimosa. -Ultimamente da gusto el buen humor con el que vuelves a casa. (Si ella supiera, no creo que entendiese lo importantes que son en mi vida).
Después, una comida exquisita, (mi mujer es una gran cocinera) y una relajada sobremesa poniéndonos al día de lo que ha pasado durante la mañana, tocándonos, riéndonos, contándonos chistes...
Los niños dicen que este es el mejor momento del día -así, en familia-, se retiran a sus quehaceres, mi mujer y yo nos quedamos solos, acurrucados en el sofá viendo AMAR EN TIEMPOS REVUELTOS.
Para cuando nos desperezamos ya se ha acabado la serie, nos arreglamos y salimos a la calle a dar nuestro paseo diario charlando de nuestras cosas, al rato decide aprovechar para hacer unas compras de esas que a los hombres nos resultan un coñazo, nos despedimos.
Me dirijo a casa saboreando ya la cerveza fría que me espera en la nevera y el ultimo libro de mi escritor favorito.
Estoy cómodamente instalado en el sofá con el libro en una mano y la cerveza en la otra y llaman a la puerta, voy mascullando hacia ella, la abro y me encuentro con una bandeja gigante de empanadillas de las pequeñas, de muchos sabores. En mi cerebro se desencadena una orgía de sensaciones, se me hace la boca agua, soy un glotón, lo confieso.
Consigo despegar la vista de las empanadillas, la dirijo a Laura, le doy un sonoro gracias que me sale del corazón, (y del estomago), la invito a pasar, me dice que no, ha cogido unos kilos de más y se ha propuesto ir al gimnasio al menos cuatro días a la semana, hoy toca, le digo que está cañón así. Se despide con un beso en la mejilla, sin duda es la mas cariñosa y detallista de las tres...
Vuelvo a repantigarme en el sofá sin soltar la bandeja de empanadillas, paso un final de tarde perfecto.
Casi a la vez llegan los hijos y la mujer alborotando el ambiente entre risas, ya los echaba de menos. Sí, soy un hombre dichoso.
Mientras preparamos la cena y nos tomamos una copa de vino veo luz en la ventana de enfrente y les deseo a mis queridas ancianitas que en su casa reine la misma armonía que en la nuestra.

sábado, 4 de febrero de 2012

Adiós ... papá

Las tardes que sus padres se ausentaban de casa se iba a la leñera, cogía el hacha y se ponía a cortar maderos.
Al principio ni siquiera acertaba a darle a los leños, con el tiempo consiguió hacerlo mejor, y a lo largo de los meses se hizo una experta leñadora.
Mientras realizaba esta tarea autoimpuesta no dejaba de pensar en su padre, en la mirada mezcla de odio y desprecio que se encontraba cuando se atrevía a levantar la mirada del plato. La niña comía con el estómago encogido, los ojos acuosos que nunca derramaban una lágrima y un nudo en la garganta (sabía que su llanto aun formado por lágrimas silenciosas traería siempre consecuencias nefastas para ella).
Llegó un tiempo en el que hubiese preferido mil veces los golpes.
La mirada de su padre se tornó diferente, ella la confundió con cariño, pronto se dio cuenta de su error .
La primera vez que la abrazó se sintió feliz durante unos segundos; pero incluso antes de que el traspasase las barreras de lo moral o correcto bajando sus manos de una manera lasciva hacia el lugar en que la espalda cambia de nombre y dejándolas ahí demasiado tiempo, notó la tensión del hombre y se sintió como una presa.
A partir de ahí  empezó el juego del ratón y el gato.
Se hizo una experta.
Intentaba pasar el mínimo tiempo posible cerca de él.
Durante el día procuraba mantenerse fuera de la casa.
No se iba a la cama hasta que no lo hacía su abuela, puesto que compartía habitación con ella, si tenía que cambiarse sola cerraba la puerta con llave, y cambió las faldas y vestidos por pantalones.
Como consecuencia, su padre decidió que ya era demasiado mayor para compartir habitación, que las puertas de la casa no deberían tener llave para que nadie se quedase encerrado, sobre todo en la ducha
-(imagínate que te resbalas en la bañera) y que su hija no se iba a vestir como un marimacho.
En contrapartida dejó de ducharse, comenzó a quedarse haciendo el remolón con los niños del pueblo, se volvió arisca y rebelde.
Fueron pasando los meses y algún que otro año; un día estando sola en casa su padre la "invitó" a dormir la siesta con él, esperó muy quieta a oír sus ronquidos, se levantó, se vistió en absoluto silencio y se quedó observándolo durante unos segundos... en ese instante decidió matarlo, así se volvería a sentir limpia.
Como niña que era no se complicó con planes elaborados.
Le habían arrebatado una parte muy importante de su inocencia, pero seguía sin tener la malicia necesaria para pensar mas allá de librarse de ese monstruo que le deborába la vida día a día y la alejaba de su familia.
Hacía mucho tiempo que no era capaz de mirar a las personas que más quería a los ojos.
Así llegamos a aquella tarde en la que después de estar un buen rato siendo el juguete del "gran cerdo" se levantó como siempre, se vistió, se agachó debajo de la cama y sacó el hacha.
Mientras la alzaba por encima de su cabeza se despidió... adiós papa.
Dio el primer golpe, no sintió la sensación de la carne desgarrándose hasta llegar al hueso, ni la del hueso fracturándose, ni siquiera la sangre caliente salpicándola e inundando la habitación del olor característico a hierro viejo, solo el sentimiento de alivio del que recupera su libertad.
Cuando decidió que era suficiente, dejó el hacha y se sentó en el suelo a esperar a su madre .

domingo, 29 de enero de 2012

DIECISEIS

Tres de la mañana.
Hoy he cumplido dieciséis.
Llevo todo el día de celebración, mi pareja me trajo un riquisimo desayuno a la cama, nos bebimos  el zumo y el resto lo tomamos frío una hora después.
Nos ponemos el chandal y bajamos a la playa para jugar a las palas, como siempre acabamos revolcados por el suelo y con arena hasta en el carné de identidad.
Devuelta a casa nos vamos al balcón (nuestro sitio preferido) sentados en el alféizar de la ventana tomamos té y café respectivamente mientras contemplamos el paisaje más maravilloso que pueda existir, el mar.
Ducha juntos y nuevo revolcón, nos estamos vistiendo y comienzan a llegar nuestros amigos.
Es la una, la casa rebosa vida, en la cocina alguien se ha puesto a pelar patatas, fuera Santi prepara las brasas para las sardinas, Jorge es más de abrir botellas de vino y a eso se dedica, "su meta de hoy es tenernos a todos borrachos antes de comer".
Maite se acerca me abraza y me entrega un paquete, he pedido que me regalen un libro de su autor favorito, ampliar mi cultura literaria de esa manera será divertido.
Nos sentamos a la mesa a las cuatro de la tarde, comemos en el jardín y como no llegan los sitios cada uno se sienta por donde puede.
Diré que mi pareja es quince años mayor que yo, con esa diversidad de edades también entre los invitados las conversaciones son muy variadas, tanto que no se a quien escuchar y sigo varias a la vez. Me encanta hablar, pero cuando tengo una oportunidad como esta prefiero callarme e ir absorbiendo lo que dicen unos y otros.
Llegan las tartas, las ha hecho Sonia (además me ha regalado un libro de cocina) le vendrá muy bien a Naín, le encanta cocinar.
Como tengo tres tartas decido pedir tres deseos.
Pasamos la tarde entre risas chistes historias y juegos.
Algunos invitados se despiden, otros también lo hacen pero solo hasta esta noche, nos vemos en Canelas.
Un grupo de los mas jovencitos decide bajar a darse un baño a la playa, otros se quedan a jugar al poker, o a charlar y escuchar música.
Naín me lleva a un aparte y me da su regalo, no es un libro.
-Yo te voy a enseñar más que cualquier libro.
Dice mientras abro el paquete que contiene dos navajas.
Como siempre está diciendo que para algunos aspectos de la vida todavía tengo que hacerme mujer me río sorprendida y le pregunto si tiene pensado mandarme a un campo de supervivencia allá en el Kurdistán para acelerar el proceso.
Su risa es triste, acabo de tocarle una fibra sensible.
Rápidamente cambio de tema y le pregunto a cual de los invitados tengo que cargarme.
-Mira que eres macabra! las navajas tienen un significado.
-¿Cual?.
-Mi niña impaciente que todo lo quiere para ayer.
-Tendrás que esperar a hacerte mayor para entender y apreciar mi regalo, para entonces ya no estaremos juntos y cuando vayas cumpliendo años le irás dando un valor distinto al igual que a nuestro amor.
Me molesta la referencia de que lo nuestro se puede acabar y se lo suelto.
-Nunca habías dicho nada parecido antes, a mi no se me pasa por la cabeza tal posibilidad, si desde que estoy contigo todos los días de mi vida son felices y perfectos.
-También soy feliz, probablemente como no lo vuelva a ser en la vida... pero soy mayor que tú y tengo una perspectiva diferente de las cosas.
-¿Ya no me quieres?
-Te quiero tanto que me dueles.
-Cuando hablas así no me gusta...
-Te reclaman tus amigas, tenemos toda la vida para hablar.
-¡Eso si me gusta, te quiero!
Seguimos de fiesta el resto del día y se van acumulando libros mientras sus dueños van y vienen por nuestra casa.
Nos da la hora de la cena y la diversión sigue.
Santi que fue el primero en llegar, es el ultimo en dejarme abrir su regalo.
Una revista de interviù y una subcripción de un año.
-Esta es mi lectura preferida espero que la disfrutes, dice entre risas y miradas complices con mi pareja.
Quiero mucho a mis amigos, no entendería la vida sin ellos.
A la una nos dirigimos todos a Canelas, me encanta bailar. Llegar de una punta a otra de la discoteca me lleva una eternidad, saludo a medio mundo. Nain dice que tengo una facilidad innata para meterme a la gente en el bolsillo, que ojalá no la pierda con los años, él piensa mucho en el futuro.
A mi solo me importa levantarme y acostarme rodeada y protegida por sus brazos.
Salgo del baño y me espera Lourdes
-Nos vamos.
-¿por qué? si me lo estoy pasando muy bien!.
Se apuntan otros amigos, me sueltan algo de una sorpresa y me vendan los ojos, ¿¡otra!? no me lo puedo creer.
Me llevan entre la gente, noto fresco y la música deja de oírse, entro en un coche haciendome un buen chichón.
Vamos apretados como sardinas, circulamos un rato, el coche se para y me ayudan a bajar.
-¿Puedo quitarme ya la venda?
Cuchicheos y risas a mi alrededor.
Me hacen andar unos minutos y por fin me quitan la venda, estamos en la capilla de la lanzada.
Automáticamente se que esto ha sido idea de Nain, para nosotros este es un lugar muy especial...
A cuidado hasta el ultimo detalle, la mesa de piedra tiene puesto un mantel de ul y hay piedras por todas partes para que no salga volando con el viento, también hay dos quinqués, me gusta ver oscilar su llama, de todas formas la luna llena lo ilumina todo.
La mesa esta llena de bocadillos.
-El tuyo es de calamares a la romana - (mi preferido).
Lucia que años más tarde acabará siendo la madrina de mi hija y mucho después confesándome que se moría por tirarse a mi marido pero que no lo hizo por respeto hacia mi, inaugura la sesión de contadores de historias de terror, algún cachondeo y muy poco miedo.
Traen un brazo de gitano, vuelta a soplar velas y vuelta a pedir un deseo.
Acto seguido sacan de algún sitio una tabla guija, eso me produce cierto desasosiego, nos quedamos unos pocos alrededor de la mesa, los demás no quieren saber nada, unos por escepticismo y otros por purito miedo que no dejamos de estar en un lugar muy especial donde se mezcla lo pagano con lo cristiano.
Del resultado no hemos hablado nunca, solo decir que jamás he vuelto a tocar una tabla de esas.
Despedida de todos y regreso en coche a casa.
Ya en la cama hacemos el amor, me pierdo en esos ojos que de tan oscuros parecen de un negro perfecto y doy gracias por un cumpleaños maravilloso.

domingo, 22 de enero de 2012

DENTRO DE UN RATO TE VOY A ENTRAR

La primera vez estaba con mi mejor amiga en un bar de ambiente tomándome una copa, se acercó y en unos minutos me había presentado a medio bar, salimos de allí por separado, unas horas después me pareció verlo en la calle comiéndole la boca a otro chico.
Nos cruzamos otras noches, el con su locura, yo con la mía, viviendo en mundos paralelos a través de los cuales nos veíamos como en una extraña bruma, muy cerca, pero tan lejos que no podíamos oírnos y no estábamos seguros de que no nos estuviésemos soñando.
La siguiente vez que nos vimos me anunció muy solemne que "me iba a entrar", esa noche descubrí que tenía unos bonitos ojos azules y un alma muy vieja.
No pasó nada digno de reseñar, no nos contamos nada de nuestras vidas, no nos besamos, no intercambiamos teléfonos, tan sólo nos conocimos, tomamos conciencia el uno del otro.
Casi dos años después nos encontramos una tarde en la que yo no tenía mucha prisa y el quería parar el tiempo, me acompañó a la parada del autobús y allí, bajo las miradas curiosas de mis compañeras de viaje surgió la relación de dos extraños que se reconocen las heridas y deciden sobrevolar sus cicatrizes apenas rozándolas como el viento caliente de un mediodía otoñal.
Tampoco en esta ocasión dimos pasos para volver a vernos.
El azar se encargó de ello dos fines de semana después.
Estoy en un garito rodeada de gente y el viene hacia mí con su aire entre cínico y socarrón que siempre le acompaña, me roza la mano y apenas sin pararse me susurra al oído, "tal vez después me apetezca invitarte a una copa".
Tres bares calle abajo un camarero depositaba una copa que "un amigo me había pagado", ni rastro de él.
Un mes sin noticias y me lo vuelvo a encontrar, esta vez decido tomar las riendas de la situación, ilusa de mí.
Entro en una librería, necesito un blog de notas y un bolígrafo, asisto a una conferencia en una hora y se me han olvidado en casa.
Lo veo al fondo del negocio y decido acercarme.
-Con una vida tan agitada como la tuya ¿te queda tiempo para leer?.
Se vuelve sin el menor atisbo de sorpresa.
-Te sorprendería ver las horas que le dedico a la lectura, si fueses lo suficientemente interesante te las dedicaría a ti.
No se si enfadarme o reír, opto por lo segundo
- Jajaja!!! lo eres tú para que yo te de la oportunidad de descubrirlo?.
-¿Lo dudas?.
Y me da la espalda para seguir a lo suyo, si me hubiesen abofeteado no me hubiese sentado peor, pago lo que he venido a comprar y salgo apresurada de la librería.
Camino deprisa estoy ofuscada, nerviosa, que idiota he sido, por qué  he tenido que ir a saludarlo, me siento en una cafetería para hacer tiempo y cuando me tranquilizo me dirijo a la conferencia entro y me concentro en el trabajo las dos horas siguientes. 
Al salir me paro a charlar con viejos conocidos, para entonces el incidente de la librería me parece una tontería, me dirijo a coger un taxi cuando alguien se coloca a mi lado y me coge del brazo.
-Creí que no te quedarías sola nunca, me dejaste solo en la tienda ¿en que estabas pensando?.
-¿En lo borde que eres?.
-¿Borde yo? pero si soy un encanto.
-Si, seguro.
-Soy inteligente, alto, guapo y muy divertido, mañana lo descubrirás cuando te lleve a cenar.
No lo contesté, me dirigí al taxi y me introduje en el, acababa de cerrar la puerta cuando la abrió de nuevo, colocó una bolsa en mi regazo y con una carita realmente dulce dijo las palabras que cambiaron mi vida.
-Esto te lo dejaste en la librería, mi regalo.
Cerró la puerta y dejó que el taxi se fuese, no me dió tiempo de reaccionar, algo que ya venía siendo normal en su presencia, abrí la bolsa y había un libro de economía, pensé que definitivamente era el hombre más extraño que había conocido, lo que me impresionó fue que dentro había una carta, no diré lo que ponía solo que hubo muchas citas a partir de ese día.

martes, 17 de enero de 2012

DEL AMOR

Dos cuerpos entrelazados en una cama.
- Cena, copas, paseo romántico, y sexo.
El cierra los ojos.
- Si me muriera ahora mismo sería un hombre feliz.
- ¿De veras, es la muerte que deseas?.
- Si.
- Tus deseos son ordenes para mí.
Entierra a su efímero amante en el jardín, admira el bello amanecer sentada en la terraza y estira su cuerpo perezosamente, se siente realizada después de una noche maravillosa y plena con la satisfacción del deber cumplido.

sábado, 24 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad y prospero Año Nuevo!!!

En una noche tan bonita como esta os deseo a todos los que pasáis por mi casa y a todos los que yo visito (no tan asiduamente como quisiera) felicidad, armonía, tranquilidad, alegría y mucha mucha paz.
He pasado un año maravilloso con esta gran familia, me he reído, he llorado, he aprendido muchísimo (y lo que me queda).
He pasado de tener muy poco interés por la poesía a amarla, cada uno de vosotros habéis penetrado en mi corazón de una forma especial, cuantas veces me he sentido identificada con cosas escritas en este pueblo global, que es el mundo blogger, en otras ocasiones he visto que hay formas y puntos de vista diferentes a los mios y muy respetables, de hecho más de una vez he cambiado de opinión sobre un tema después de leeros a alguno de vosotros.
El año pasado tal día como hoy estaba pasando por momentos muy dolorosos donde la soledad en compañía imperaba.
Creo que ese día leyendo a mi primer bloguero decidí que tenía que sacar fuerzas de donde hiciese falta  y tomar una decisión por dolorosa que resultase, y que una forma de empezar era refugiarme entre vosotros y eso hice volcarme, fue el primer paso para salir de la rueda donde estaba metida.
Después todo resultó relativamente fácil y poco a poco volví a ser yo misma, me hubiese gustado que no hubiese coincidido con esta maldita crisis, pero viendo el lado positivo eso también me hizo reaccionar y no quedarme en casa lamentandome.
Doy gracias a Dios por que tengo salud, por que poco a poco (con mucho esfuerzo) voy sacando mis negocios adelante, por tener dos mujercitas maravillosas que maduran a pasos agigantados y cada día se hacen más piña conmigo.
Por haber descubierto a una persona que con su sencillez, tranquilidad, bondad y humildad me ha hecho ver que si vale la pena todo lo que he luchado en esta vida y que poco a poco está consiguiendo que vuelva a recuperar la confianza que había perdido en las demás personas y sobre todo en mi misma.
Gracias por volver a darme la oportunidad de ser feliz, pienso seguir avanzando en todos los aspectos de mi vida, no te prometo no meter la pata, ni que no me caiga de nuevo pero si te prometo levantarme con una sonrisa (aunque sea entre lágrimas como la última vez).
¡¡¡Feliz Navidad!!!

miércoles, 21 de diciembre de 2011

INOCENCIA Y AMISTAD PARTE 4

La niña está tendiendo la ropa en la terraza y se asoma su madre desde la puerta de la cocina.
-Carla, tienes que ir a comprar arroz para la paella y ya de paso traete el pan.
-A la vuelta, ¿puedo ir a cambiar las flores de la tumba del abuelo?.
Pose de niña buena y caída de ojos.
-¿Has acabado tus tareas?
-Sí mamá.
-Vale, pero tienes que estar de vuelta para la hora de comer.
La niña se da prisa en ejecutar los recados y sale disparada hacía el cementerio, el chico la encuentra limpiando la lápida de su abuelo.
-Hola Carla.
-¡Como has tardado! me ha dado tiempo de cambiar las flores, limpiar la lápida del abuelo y revisar todo el cementerio, es increíble que ayer estuviese aquí toda esa gente, ¿qué crees que estaban haciendo, crees que estaban celebrando una misa rara de esas, que crees que hicieron con el gato???
-Uhff!!, dame un respiro, esta noche apenas he dormido.
-Pues yo he dormido como un lirón, estaba agotada cuando llegué a casa.
-Será como un monito...
-¡Hay, no empieces!
-Está bien déjalo, ¿lo revisamos todo otra vez?
-Vale.
Durante el rato que dura la inspección Carla no para de parlotear sobre cada detalle de lo acontecido la noche anterior y todas las conjeturas que se le pasan por la cabeza.
Pablo piensa que es normal que se pase el día saltando de "rama en rama", de alguna manera tiene que eliminar toda la energía que almacena en su pequeño cuerpo, de otra forma saldría ardiendo como una antorcha humana.
Al cabo de unos minutos desconecta y piensa en la locura que se le pasó por la cabeza anoche, lo que vieron tenía que ser una secta, aunque no tiene claro de qué tipo, en un primer momento creyó que se habían cargado al gato (tenía que ser un gato, desea que fuese un gato) que habían oído maullar y tal vez en una especie de ritual satánico se habían bebido la sangre pasándosela en un recipiente de unos a otros, un ritual mezcla de creencias celtas y religión..
-¿Me escuchas?!!
-Claro.
-Ah sí, ¿que estaba diciendo?
-Algo de lo limpio que esta todo...
-No hay nada, ni siquiera huellas de pies, es muy raro ¿no te parece? ¿cúal de mis hipótesis crees que es la correcta?.
El chico en lugar de contestarle la mira muy serio y lanza una pregunta.
-El ruido que se oía antes de que se fueran, ¿qué crees que era?.
La pregunta tiene la virtud de conseguir que la niña permanezca quieta y en silencio, en ella esta actitud es antinatural, finalmente se remueve nerviosa y contesta con una evasiva.
-Con todo lo que pasó quieres que recuerde un ruido de nada, te fijaste como se fueron de a dos ¿crees que eran parejas, ya sabes matrimonios?.
Pablo decide no insistir, que la niña se asuste con esa pregunta quiere decir que al menos en su subconsciente ha llegado a una conclusión muy parecida a la suya.
Ahora no solo le duele la cabeza también tiene el estómago revuelto.
Es casi la hora de comer ¿crees que en tu casa me invitarían a paella?.
-¿Tu madre todavía no ha vuelto?.
-No y ya no creo que vuelva hasta el domingo.
-Pues estamos de suerte, mi padre se ha ido a pasar el día a casa de mi abuela, tienen que reparar la lancha de mi tío, esta tarde también se va mi madre y se quedarán hasta el domingo por la noche, tenemos hoy y mañana para hacer lo que nos de la gana.
-¿No querrán que los acompañes?.
-Fingiré que me ha sentado mal la paella, dolor de barriga, lo suficiente para no poder acompañarla, pero no tan mal como para que no me pueda quedar sola.
Llegan al camino de entrada de la casa y ven a la madre poniendo la mesa en la terraza.
-La madre de Pablo tiene guardia en el hospital ¿puede quedarse a comer con nosotras?.
-Claro, ir a coger agua a la fuente mientras termino de poner la mesa.
-Corren hasta la fuente entre risas y vuelven rápidamente con el agua.
A la comida se les une la tía que vive en la casa colindante, la madre se levanta a los postres pues se le escapa el autobús y les encomienda que recojan la mesa y laven los platos.
-Carla, nos vamos.
-Mamá es que me duele la barriga ¿puedo descansar un rato?.
-Perderemos el autobús.
Mamá es que me encuentro mal de verdad, tengo ganas de vomitar.
-Entonces me quedo.
-No te preocupes dice la tía, seguro que no es nada, me quedo a recoger y me ocupo de ella, por la noche me la llevo a dormir a mi casa y nos llamamos con lo que sea.
-Está bien, la verdad es que tengo ganas de ver como están dejando la lancha y pasar el fin de semana con mi cuñado y su mujer.
-Pues ala vete tranquila.
-Hasta el domingo.
-Adiós mami.
La tía los manda a descansar al borde de la piscina y allí que se van tirados como lagartos debajo de una sombrilla.
Preparan la escapada de esa noche, la niña se muestra entusiasmada con la posibilidad de que se repita la historia.
Mi tío guarda en el garaje unos prismáticos de visión nocturna.
Un par de horas después se les acerca la tía con una jarra de limonada para Pablo y le pregunta a Carla que tal se siente, la niña asegura que mucho mejor.
-No te preocupes tía debió ser que estuvimos corriendo mucho rato y al llegar a la fuente bebí demasiada agua y me sentó mal.
-Tal vez le vendría bien dar un paseo tranquilo por el pueblo.
Apunta Pablo.
-Buena idea, pero os quiero de vuelta a las nueve, Pablo dile a tu madre si te deja cenar en nuestra casa.
Una vez fuera de la vista de la tía deciden volver al cementerio para preparar el sitio donde van a pasar varias horas de vigilancia y trazar un camino a través del monte para escapar si es necesario.
Una vez Pablo se acostumbra a bajar por el tronco del árbol más cercano, el trayecto por el monte en linea recta hasta la carretera es corto y fácil.
La niña se siente en su salsa en plena naturaleza, el chico se empeña en ir a buscar su cámara fotográfica  y realiza unas cuantas instantáneas de la vegetacíon de la zona.
Les dan las nueve sin enterarse y se apresuran a volver a casa.
En su escondite se quedan dos toallas de playa, una pequeña linterna, la cámara de fotos, los prismáticos de visión nocturna y una escopeta de balines que el chico a decidido añadir por su cuenta y riesgo "por si acaso", la niña no ha protestado.
CONTINUARÁ... 

lunes, 19 de diciembre de 2011

INOCENCIA Y AMISTAD PARTE 3

-¿Qué hacemos? pregunta la niña.
-No se ¿salimos pitando?
-¿Quien es el que tiene miedo ahora? seguro que ya no te parece tan mal lo de pirarnos por el monte.
El chico se gira ligeramente y atisba a su espalda.
-No se ve nada, por no ver no me veo ni los pies.
-Pues nos quedamos a ver que pasa, dice la niña.
-De todos modos no creo que se queden mucho rato, siendo tantos habrán venido en varios vehículos y cuanto antes se vayan más posibilidades de pasar desapercibidos.
-Ya,ya...
-¿Tienes alguna idea mejor enana?
Ese adjetivo sí duele.
-Me hiría tan tranquila por el monte pero no quiero dejarte aquí solo, muerto de miedo.
A punto de enzarzarse en una discusión les llega lo que parece ser el llanto de un bebé.
La niña se agarra fuerte del brazo del chico, les resulta imposible ver con detalle lo que pasa en el claro.
Se han colocado formando tres círculos con el encapuchado en el centro y no parece haber separación entre ellos por la que pueda colarse ni una rata.
Hasta los adolescentes llega lo que podría describirse como los rezos de las beatas en la iglesia, el bebé sigue llorando, lo hace sin fuerzas, parece que le han puesto algo rodeándolo para amortiguar el sonido.
Los rezos continúan durante tanto rato que los chicos llegan a relajarse e incluso a aburrirse, el sonido para en seco y se produce un silencio tan terrible que les entra pánico al pensar que allá abajo les puedan oír respirar.
Hay movimiento, el grupo parece separarse ligeramente, los cuerpos se mueven, una sombra avanza entre ellos, vuelven a unirse, la sombra desaparece en el muro de cuerpos y permanecen así lo que parece una eternidad durante la cual les llega un sonido muy bajo que no consiguen descifrar, sin aviso previo dos personas se separan del grupo y desandan el camino, a intervalos de entre cinco y siete minutos el grupo se va desgajando por parejas hasta que ya no queda nadie, todo el ritual se realiza sin una sola palabra, al menos es lo que parece desde su observatorio.
Con la salida de las dos últimas personas se oye chirriar de nuevo la reja.
Los niños se miran estupefactos.
-¿Eso es todo, que ha pasado? pregunta el chico.
-¿A mi me lo preguntas, bajamos por si se han dejado algo?
-Desde aquí no se ve nada, pero pueden volver, aunque para cuando lleguemos a la caseta del agua ellos ya estarán lejos.
Lo dice señalando el estremo del cementerio donde está la caseta, mira a la niña y no está.
-Estoy aquí abajo.
Lo dice susurrando, pero su propia voz la sobresalta, el chico casi se cae del techo del nicho.
¿Cómo diablos has bajado?
-Colgándome y saltando.
-Pues si no te importa yo daré la vuelta, lo dice realmente fastidiado.
La niña es demasiado joven para saber que a la mayoría de los hombres no les gusta que una mujer los supere tan abiertamente en una habilidad física.
Se reunen en el claro, no encuentran nada, pronto amanecerá, saltan la reja y vuelven a sus casas, acuerdan escaparse durante la mañana para revisarlo todo a la luz del día e intentar sacar una conclusión lógica de lo vivido.
La niña se duerme en cuanto se deja caer en el colchón, el chico no tiene tanta suerte, algo le ronda en la cabeza.
CONTINUARÁ...

sábado, 17 de diciembre de 2011

INOCENCIA Y AMISTAD PARTE 2

-¿Escondernos?, esto es un cementerio no querrás que nos introduzcamos en un nicho.
- Si no queda otro remedio.
-Y sí nos tapian.
-¿Como van a tapiarnos? son brujas no albañiles.
-Es igual, yo no pienso meterme hay dentro.
-Si prefieres, prueba en un hoyo.
-A ver si te crees que aquí dejamos los hoyos abiertos antes siquiera de que haya un muerto.
-Pues si que eres redicha tu, dime entonces donde.
-Conozco este cementerio como la palma de mi mano y el único sitio seguro para ver sin ser vistos y poder escaparnos si es necesario, es en lo alto de los nichos que dan al monte.
-¿Estas loca? quieres que nos perdamos en el bosque de noche.
-¡No!, ¿como se te ocurre? pero si nos descubren tendremos que salir por algún sitio.
-A ver si escapando de unos locos se nos comen los lobos o acaba con nosotros un jabalí.
-Si pretendías asustarme ya lo has conseguido.
-¿Que crees que haces tu con tus ideas niña?.
La niña se remueve nerviosa. Por cambiar de tema pregunta.
-¿Crees de verdad que son brujas y brujos que vienen a hacer sacrificios de animales para conseguir todo lo que desean?.
-Eso es lo que venimos a averiguar.
-Demos una vuelta y veamos si hay un escondite mejor.
-Te digo que no.
-Pero que pasa contigo ¿es que este es tu segundo hogar?.
-Vivo al lado y jugaba aquí de pequeña.
-Extraño sitio para jugar, pero siendo tu no se de que me sorprendo.
La niña ofuscada se sienta en una piedra y espera a que el chico recorra el cementerio que por otro lado no es demasiado grande.
-¿Qué, ya te convenciste de que tengo razón?.
-Vale, vale, ¿como subimos?, ¡lista!.
-A la entrada hay una pequeña caseta que esconde el motor del deposito del agua, apenas tiene un metro de altura, nos subimos y desde ella nos encaramamos al primer nicho que esta pegado a ella, de hay vamos saltando de unos a otros hasta llegar a los del fondo, los que están bordeados en la parte de atrás por la arboleda, nos bajamos por las ramas de uno de esos troncos y ya estamos en el bosque, eso en caso de que no tuviésemos otro remedio.
El chico la mira divertido.
-Se nota que estas acostumbrada a hacerlo, después no quieres que te llame Tití.
-¡Dejame en paz!!
-Chist, calla... ¿oyes?.
Se quedan unos minutos quietos y en silencio.
-Me pareció oír el ruido de motores...
Se miran y sin añadir palabra se precipitan a refugiarse en su escondite, al llegar, acurrucados el uno al lado del otro comprueban como tienen una visión total del cementerio.
A pesar de ser una noche especialmente fría la niña y el chico sienten calor, un calor provocado por el miedo a lo desconocido.
Se oye el ruido de una cadena al descolgarse y la reja chirría ligeramente al abrirse, los muchachos aguantan la respiración de una manera mecánica al ver aparecer a un grupo de personas por el pasillo central del cementerio.
-Me quiero ir a mi casa.
-Yo también.
El séquito es demasiado numeroso para lo que ellos habían imaginado, claro que el chico esperaba encontrarse con un pequeño grupo de jóvenes haciendo el tonto practicando el juego de la botella, emborrachándose y tal vez fumando porros.
La niña es harina de otro costal, en cuanto le habló de posible brujería ella se apunto sin dudarlo, esta chiquilla de trenzas largas y dientes separados que quiere hacerse pasar por una mujercita lee demasiados libros y para su gusto nada apropiados para su edad.
La observa de reojo desde sus dieciséis, se está frotando la nariz, siempre lo hace cuando esta nerviosa, le recuerda a Viki el Vikingo.
El movimiento del grupo de allí abajo vuelve a llamar toda su atención, nota como la niña se tensa a su lado.
El grupo parece estar encabezado por un encapuchado, son unos veinte o treinta se dirigen a un claro en el centro del cementerio.
CONTINUARA...

INOCENCIA Y AMISTAD PARTE 1

Son las doce de la noche y en la casa no se oyen ruidos.
La niña se levanta de la cama y en silencio coloca una almohada donde debería estar su cuerpo, la arropa con mucho cuidado, para dormir se tapa la cabeza con la colcha cada noche, eso hará que si asoman la cabeza no se den cuenta del engaño, ¿quien la creería capaz de salir a ella sola a la oscuridad?. Se estremece al pensar en la posibilidad de que su padre descubra sus escapadas, la paliza sería terrible...
Aun así no piensa ni un segundo en quedarse en la cama, ha dejado la persiana levantada para no hacer ruido al salir por la ventana.
En cuanto pone los pies en el suelo se siente libre. Si, a eso huele la noche a libertad, sube a la barandilla que bordea la terraza, se coloca por la parte de fuera y la bordea hasta la esquina, mira hacia el camino y allí en medio está su nuevo amigo haciéndole señales con las manos, no alcanza a ver su cara, dirige su mirada al siguiente objetivo, es una columna que esta a un metro de distancia, podría bajar descolgándose pero siente esa ansiedad que siempre la empuja a precipitarse y salta aterrizando en ese pequeño cuadradito del tamaño de una baldosa, hasta el suelo hay algo más de altura pero esta acostumbrada a saltar, le encanta, a diario practica todo tipo de piruetas arriesgadas y trepa a los lugares más inverosímiles, muchos años después se asombrará al saber que eso es un deporte con nombre propio.
Se levanta y su  amigo se planta a su lado alargandole una galleta de chocolate, ambos sonríen felices, se dirigen hacia el cementerio comiéndose el dulce.
Llegan al final de las escaleras que los deja al pie de la gran reja que impide que la gente entre de noche (o que se salgan los muertos), piensa mientras la recorre un escalofrío de miedo, se gira para decirle a su amigo que tal vez su aventura no sea tan buena idea y que están a tiempo de volver a sus casas.
Parece que el le ha leído el pensamiento, está parado mirándola fijamente con cara de enfurruñado los brazos en jarra y los puños apoyados en las caderas.
-No iras a rajarte ahora.
-Bueno...
-¿Tienes miedo?.
-¿Tu no?.
-Pues claro que no, solo los niños pequeños tienen miedo, eres una niñata?
Ella se siente muy muy pequeñita, pero por nada del mundo va a reconocerlo ante su ídolo.
-Oye no te pases, ya tengo trece años!!.
-Si, eres toda una mujer, dice el con sorna.
La niña le quitaría esa sonrisa sardónica de un puñetazo si no fuera tan bajita al lado de ese rubio larguirucho, no entiende por que le gusta tanto, es de un blanco que si se escapan una tarde entera de otoño al sol su piel parece la de un cangrejo, luego están sus pecas, la niña en su vida ha visto tantas juntas en un solo cuerpo (si parece que tiene el sarampión) su pelo es rubio y tan rizado que cuando se empeña en hacerse la raya ella se acuerda de los payasos de la tele, la única forma de domarlo es cortárselo al uno, tiene una nariz grande y con forma de gancho y sus ojos son de color miel pero tan claros que le recuerdan los de un lagarto.
Aun así, si el niño la roza su corazón se acelera y siente una sensación en la boca del estomago que no había sentido anteriormente, cuando el se ofrece a llevarle la cartera ella le contesta orgullosa, un no gracias yo puedo, sintiéndose tan libiana que podría llegar levitando hasta su casa y las pocas horas del día que pasan separados el ocupa todos sus pensamientos.
Un murciélago sale volando del campanario de la iglesia y pasa a poca distancia de sus cabezas, la niña lanza un pequeño grito, el chico se agacha  al tiempo que la abraza para protegerla, a ella se le pasa el enfado de golpe y curiosamente también se ha desvanecido el miedo, la verdad es que está feliz ¡ojalá esa noche durase para siempre!.
-Habrá que escalar la reja y saltar al otro lado.
-Sin problemas.
-En un par de minutos esta al otro lado.
-Al chico le cuesta, sobre todo por el acabado en forma de lanza de la reja.
-Impulsate con las manos, vamos.
-Eres muy ágil, monito tití.
La niña odia que la llame así, por su culpa todo el pueblo la llama Tití, pero ve admiración en los ojos de el, ese le parece el mejor cumplido y se crece orgullosa.
-Todavía no han llegado ¿donde nos escondemos?.
Seguirá...

jueves, 15 de diciembre de 2011

Ficción/ Sin trampa ni cartón.

Llega la mañana y aunque te has quedado dormida al alba sonríes antes de abrir los ojos y te dejas estar un ratito así, recogida en los brazos de tu amante, cuerpo caliente a tu lado.
Te giras y ahí está mirándote con ojos brillantes llenos de ilusión, sientes que tu corazón se alborota mientras cuerpo y mente se regodean en una energía fruto de las maravillosas endorfinas y la adrenalina.
La conexión de la mirada lleva a la comunión de los cuerpos y hacéis el amor de una forma suave y lenta saboreando cada momento, tu enamorado se levanta para prepararte el desayuno como cada domingo de los dos últimos meses y te das una ducha mientras escuchas tu canción preferida.
Desayuno en la cama y ese hombre maravilloso que te acompaña se levanta a dejar la bandeja, es ver su cuerpo desnudo y surgir el deseo de poseerlo y ser poseída de una forma brutal. Te pones de pie en la cama y saltas literalmente a su regazo como una gata en celo.
Él, que ha aprendido a conocerte sabe que esta vez no te bastarán las caricias y los ritmos acompasados y no pierde el tiempo.
Deja salir su instinto animal y actúa como una gran bestia libre, acabáis los dos sudorosos y agotados, nueva ducha y paseo por la playa para abrir el apetito...
Es de noche, estáis aparcados cerca de tu edificio.
-Hasta el sábado que viene.
-No.
-¿No, que significa no?!.
-Significa que se ha acabado, que eres uno de los hombres más atractivos que conozco, cariñoso, detallista y delicioso amante, pero no siento nada especial por ti y quiero dejarlo aquí.
-Estas loca!! no hablas en serio.
-Hablo muy en serio y espero que me entiendas cuando te digo que no quiero malos rollos, lo nuestro a sido demasiado bonito para eso.
-Te bajas del coche y desapareces rápidamente, te esperan un par de días o como mucho de semanas de llamadas a las que no vas a responder y luego la calma.
Te comes un helado mirando por la ventana y pensando porqué a los hombres les cuesta tanto entender,
cuando dices que solo quieres de ellos lo mejor eres sincera.
Lo importante para ti es la aventura de conocer a alguien nuevo, el juego de la conquista y los dos primeros meses donde todo es pasión, cariño, dulzura, detalles, momentos de complicidad y no hay lugar para los engaños, los reproches, las humillaciones o la traición.
Levantas el teléfono y marcas.
-Hola, ¿te acuerdas de mi?, perdona que haya tardado tanto en contestarte,es que he estado ocupada...
-¿El sábado? perfecto ¿pasas a recogerme?.
Una nueva historia empieza :)