lunes, 19 de diciembre de 2011

INOCENCIA Y AMISTAD PARTE 3

-¿Qué hacemos? pregunta la niña.
-No se ¿salimos pitando?
-¿Quien es el que tiene miedo ahora? seguro que ya no te parece tan mal lo de pirarnos por el monte.
El chico se gira ligeramente y atisba a su espalda.
-No se ve nada, por no ver no me veo ni los pies.
-Pues nos quedamos a ver que pasa, dice la niña.
-De todos modos no creo que se queden mucho rato, siendo tantos habrán venido en varios vehículos y cuanto antes se vayan más posibilidades de pasar desapercibidos.
-Ya,ya...
-¿Tienes alguna idea mejor enana?
Ese adjetivo sí duele.
-Me hiría tan tranquila por el monte pero no quiero dejarte aquí solo, muerto de miedo.
A punto de enzarzarse en una discusión les llega lo que parece ser el llanto de un bebé.
La niña se agarra fuerte del brazo del chico, les resulta imposible ver con detalle lo que pasa en el claro.
Se han colocado formando tres círculos con el encapuchado en el centro y no parece haber separación entre ellos por la que pueda colarse ni una rata.
Hasta los adolescentes llega lo que podría describirse como los rezos de las beatas en la iglesia, el bebé sigue llorando, lo hace sin fuerzas, parece que le han puesto algo rodeándolo para amortiguar el sonido.
Los rezos continúan durante tanto rato que los chicos llegan a relajarse e incluso a aburrirse, el sonido para en seco y se produce un silencio tan terrible que les entra pánico al pensar que allá abajo les puedan oír respirar.
Hay movimiento, el grupo parece separarse ligeramente, los cuerpos se mueven, una sombra avanza entre ellos, vuelven a unirse, la sombra desaparece en el muro de cuerpos y permanecen así lo que parece una eternidad durante la cual les llega un sonido muy bajo que no consiguen descifrar, sin aviso previo dos personas se separan del grupo y desandan el camino, a intervalos de entre cinco y siete minutos el grupo se va desgajando por parejas hasta que ya no queda nadie, todo el ritual se realiza sin una sola palabra, al menos es lo que parece desde su observatorio.
Con la salida de las dos últimas personas se oye chirriar de nuevo la reja.
Los niños se miran estupefactos.
-¿Eso es todo, que ha pasado? pregunta el chico.
-¿A mi me lo preguntas, bajamos por si se han dejado algo?
-Desde aquí no se ve nada, pero pueden volver, aunque para cuando lleguemos a la caseta del agua ellos ya estarán lejos.
Lo dice señalando el estremo del cementerio donde está la caseta, mira a la niña y no está.
-Estoy aquí abajo.
Lo dice susurrando, pero su propia voz la sobresalta, el chico casi se cae del techo del nicho.
¿Cómo diablos has bajado?
-Colgándome y saltando.
-Pues si no te importa yo daré la vuelta, lo dice realmente fastidiado.
La niña es demasiado joven para saber que a la mayoría de los hombres no les gusta que una mujer los supere tan abiertamente en una habilidad física.
Se reunen en el claro, no encuentran nada, pronto amanecerá, saltan la reja y vuelven a sus casas, acuerdan escaparse durante la mañana para revisarlo todo a la luz del día e intentar sacar una conclusión lógica de lo vivido.
La niña se duerme en cuanto se deja caer en el colchón, el chico no tiene tanta suerte, algo le ronda en la cabeza.
CONTINUARÁ...

4 comentarios:

  1. Geniales ensayos, Alondra!... te sigo leyendo.

    Un cálido abrazo alado y gracias por tu visita y tus cálidas huellas en mi morada.

    Abrazos alados.

    ResponderEliminar
  2. Ahhh!!! Magnifico! Aunque un poco escalofriante! Me encantan las historias de terror. A ver como termina todo esto, Gracias por compartir, te sigo por aca tambien,

    ResponderEliminar
  3. FELIZ NAVIDAD DIANA, gracias por tu comentario, da gusto leerte.

    ResponderEliminar
  4. JACKIE, gracias por seguirme, espero que te guste como se desarrolla la historía aunque no se lo que pasará ni yo misma, la escribo sobre la marcha.
    Feliz Navidad.

    ResponderEliminar