miércoles, 30 de noviembre de 2011

FICCIÓN/ CARTA A UN MALTRATADOR 3ªPARTE

Hola madre, me escribes muy preocupada porque no te cojo el teléfono, ni os visito, ni siquiera os escribo unas letras, me acusas de ser una mala hija, de no tener sentimientos, de poseer un corazón de piedra que no se ablanda ni con la enfermedad de mi padre.
Si ese señor al que tu nombras como tal está enfermo, tendrás que cuidarlo que para eso es tu marido.
"Un señor al que todos respetan y admiran y el hombre más justo y bueno que has conocido y que te ha tratado siempre como a una reina y no ha permitido que ni a ti ni a mi nos falte de nada", ¿te acuerdas de esa conversación?, me imagino que no, ya que al día siguiente al levantarme me tenias la maleta en la puerta y un billete de 5.000 pts ( para que fuese tirando hasta que encontrase trabajo).
Yo si recuerdo tu cara de odio mientras me decías que no entendías que me había pasado, que tu me habías educado en el cariño y la fe cristiana, no entendías de donde había salido tanta maldad, como me podía haber convertido en semejante mal bicho, con una sonrisa torcida me dijiste que esperabas que rectificase y te pidiese perdón, que no le ibas a contar nada a mi padre para ahorrarle un disgusto que podía llevarlo a la tumba, que ya me avisarías cuando creyeses conveniente que os visitase.
A partir de ese día dejé de existir para ti, me llamabas en navidades o semana santa y me recibías a comer o a cenar en esas fechas donde se reunía toda la familia y hubiese sido muy lioso dar esplicaciones convincentes de mi ausencia en momentos tan señalados.
Delante de la familia mantenías un trato cordial conmigo y rehuías cualquier contacto si el infortunio hacia que nos quedásemos a solas.
Ya de adulta en las dos ocasiones en que intenté mantener una conversación contigo sobre el tema tu cólera fue tal que me resultó imposible dar un paso hacia tu corazón cerrado para mi...
Supongo que debe ser terrible para ti tener que dirigirte a mi para pedir ayuda, eso es lo que quieres, (que papá está arruinado es un secreto a voces en la ciudad) por mi parte te adjunto este cheque que espero cubra con creces los gastos de una enfermera, y lo suficiente para que tengáis comida en la mesa todos los días.
Te haré llegar uno cada mes del año y me preocuparé como mi padre y tu hicisteis conmigo de que no os falte de nada.
A cambio te pido dos cosas, la primera es que no me llames nunca más, eso incluye el día que "ese señor" se muera, todo lo que necesites a partir de ahora lo comunicas a través de mi abogado, el se encargará de hacérmelo saber.
La segunda es que leas lo escrito a continuación. Ya ves, lo tienes fácil solo tienes que tirar la carta y no seguir leyendo, lo dejo a tu "conciencia cristiana" yo nunca sabré si lo has hecho o no.
Quiero que sepas que cada palabra que salió de mi boca esa noche era verdad, que no me arrepiento de nada de lo que te dije, que me quedé corta pues me daba vergüenza contarle a mi madre lo que mi padre llevaba años haciendo conmigo, si no te lo conté antes es por que siendo muy niña tenia miedo de que cumpliese sus amenazas de hacerte daño a ti y cada año que pasaba disminuia mi valor.
Cada beso obsceno, cada "caricia de buenas noches", cada vez que su mano se deslizó entre mis piernas pasó de verdad, cada encerrona en al pasillo, o en el cuarto de baño, todavía está tan fresco y presente en mi mente como si fuese ahora, pero eso tu ya lo sabes, tu eres tan culpable como el por permitirlo y taparlo, por eso la mujer que soy ahora te dice que ojalá te pudras en el infierno ese en el que tu crees.

PD:
El es un enfermo asqueroso, ¿y tu, que eres tu?.

martes, 29 de noviembre de 2011

FICCIÓN / CARTA A UN MALTRATADOR 2º PARTE

Hola papá, espero que entiendas el motivo de esta carta, lo hago a petición de mi psicóloga que parece creer que es un paso necesario para que yo recupere el equilibrio que me falta.
Sí, voy a una loquera como dirías tú, una mujer.
Di este paso el día que no soporté ver tu rostro lleno de odio y rabia reflejado en el espejo de mi baño y no pude evitar pensar que la escena que acababa de protagonizar con mi pareja era un retrato exacto de los que había vivido de niño en casa.
Me di cuenta horrorizado de que me estaba convirtiendo en lo que más he temido y odiado en toda mi vida. Mi mujer me encontró llorando y hecho un ovillo en el suelo, entre lágrimas le pedí perdón por haberme puesto como loco por una tontería.
La psicóloga me dice que te describa la situación y así paso a hacerlo.
Mi mujer y yo estábamos discutiendo sobre un tema cualquiera y ella me rebatía todo lo que yo le decía con mucha calma y buen criterio, (me has pagado una carrera y se supone que me has dado una educación lo suficientemente buena como para contestarle de la misma forma), pero en lugar de eso tapé sus razonamientos con voces, sus gestos de calma con aspavientos y a su silencio final y postura de intranquilidad respondí con una furia incontrolable (mi psicóloga dice que SÍ PUEDO CONTROLARLA), un plato salió volando por el aire, su cara de terror fue el resorte que acabó de enfurecerme y a partir de ese momento, bueno, ¿no necesitas que te cuente lo que pasó,verdad? soy un digno hijo tuyo y me avergüenzo de ello.
El siguiente paso de esta carta es contarte como me sentía de pequeño, no entendía muy bien las situaciones que vivía en casa, tanto podiámos convivir en paz y armonía como estallar en una guerra unilateral por el motivo más pusilánime, estaba constantemente aterrorizado, tanto que muchas noches me orinaba en la cama.
Crecí entre tus gritos, palizas, faltas de respeto, engaños y manipulaciones a mi madre y por añadidura a mí, también crecí viendo a una mujer asustada la mayor parte del tiempo y esperanzada cuando por "h o por b" prometías cambiar y sobre todo resignada, asumiendo que esa era la vida que le había tocado vivir y que no le quedaba otra que llevarla lo mejor posible, al mismo tiempo crecí viendo que como hombre de la casa siempre tenías la razón y siempre te salías con la tuya. Era como si fueses Dios, un Dios severo egoísta e injusto, tardé muchos años en darme cuenta de que eso no era lo normal en las familias.
Me fui de casa en cuanto pude y me prometí a mi mismo que nunca sería como tú, pero debo reconocer que con mis primeras novias ya usaba alguna de las artimañas de las que había sido testigo toda mi vida y me decía que no había nada de malo en ello, que todos lo hacían.
Si quería conseguir algo que de antemano sabía que no estaba bien como que no se vistiesen de cierta forma o que ellas no fuesen a ciertos sitios para luego ir yo solo, las manipulaba para que se sintiesen mal y pareciese que eran ellas las que habían tomado la decisión.
Me gustaban las chicas de carácter débil y faltas de cariño porque eran manejables, las inteligentes y con carácter eran un reto para ponerme a prueba, aunque sacaban rápidamente a flote mi mal carácter. Aprendí que con estas últimas tenía que ser sutil, medir mis gestos y mis palabras no debía permitir que descubriesen mis intenciones y para eso tenía que conocerlas bien, sus gustos, sueños, ilusiones y sus puntos débiles, tenía que convertirme en "el hombre de sus sueños" para colarme en su corazón como el caballo de troya y poder cogerlas con la guardía baja.
Nunca me sentí culpable, no hasta que conocí a Julia y nos fuimos a vivir juntos.
Julia es un mujer inteligente y fuerte que no depende de mí en ningún aspecto, no tiene complejos y asume sus defectos, sabe lo que quiere y va a por ello, esto que me enamoró de ella, en la convivencia me comenzó a sacar de quicio rápidamente, a menudo sentía que me humillaba al no conseguir que entrase en mi juego, que me rebajaba con su actitud demasiado segura de si misma, rápidamente surgieron los primeros roces y desavenencias, por primera vez resultó que mis enredos no surtían el efecto deseado en una mujer y la cosa tomó un feo cariz hasta que el susodicho día "de las palabras pase a los gestos", pedí perdón por penúltima vez y prometí buscar ayuda sin demasiado entusiasmo.
Llevo un tiempo en terapia, e aprendido que tengo un problema, un problema que puedo frenar y solucionar si soy consciente de el, que tirar platos y gritar esta mal pero que antes de llegar a eso, manipular a las personas con mentiras o medias verdades y buscar la forma de salirme con la mía pisando a las personas que me quieren, no mostrar respeto por ellas y usarlas como si fuesen juguetes ya es MALTRATO, hacer que la persona que tenemos enfrente se sienta una mierda es MALTRATO.
He aprendido que debido al MALTRATO que viví de pequeño y el ambiente "contaminado" tengo una autoestima muy baja, no me quiero ni me valoro lo suficiente y me cuesta querer y valorar a los demás.
Pero no debo ampararme en eso para actuar como un energúmeno, tengo que aprender otra forma de relacionarme con las mujeres, una forma sana, sin dobleces, igualitaria.
También tengo que aprender a perdonar y perdonarme y asumir que soy responsable de mi vida y mis decisiones no de la de los demás.
Papá se que detrás de tu comportamiento hay un motivo, pero se que se puede cambiar, te perdono, espero que busques ayuda y te pongas en el buen camino, si no lo haces es tu elección, tu
responsabilidad, la mía es asumir mis errores, madurar y llevar otro tipo de vida para que otro niño el día de mañana no se haga pis en la cama y de adulto lleve la felicidad a las mujeres de las que se enamore.
BESOS PAPÁ.

viernes, 25 de noviembre de 2011

FICCIÓN / Carta a un maltratador 1ª parte.

Querido maltratador :

Te escribo esta carta para  expresarte mi agradecimiento por todo lo que me has enseñado durante los años que pasé contigo, lo hago porque dicen que es de bien nacido ser agradecido y a ti tengo que agradecerte muchas de las cosas que he vivido, puedes decir con orgullo que dejaste una gran huella en mí que el paso del tiempo no ha borrado del todo.
Gracias a ti se lo que significa vivir con miedo.
Se lo que es el maltrato físico, desde mi humilde punto de vista de mujer maltratada, si no tienes lesiones internas y no te rompen ningún hueso no es tan malo como el psicológico.
Todavía recuerdo la tensión cuando se "avecinaba tormenta" esperando recibir el primer golpe, cuando se daban estas situaciones prefería recibir la paliza cuanto antes para sacármela de encima (como quien realiza una tarea poco apetecible) la espera era un calvario sabiendo lo que se avecinaba y sin poder evitarlo, acumulando miedo durante minutos y a veces horas hasta que de puro terror pedía a gritos con el pensamiento ¡pégame de una vez! y acaba con esta tortura.
Una vez que caía el primero sabía que en unos minutos todo acabaría, era cuestión de protegerse y no recibir un (mal golpe) es curioso pero mientras no temí por mis hijas apenas se me pasó por la cabeza que pudieras matarme.
Nunca me haría daño de verdad, que coño pensaba yo que me estabas haciendo????.
Y lo bonito que fue aprender como no tener personalidad, pasar totalmente desapercibida entre la gente, una sombra, eso es lo que era en esos días.
Primero me enseñaste que mi opinión no contaba para nada porque sencillamente yo no tenía criterio ni luces suficientes, fue muy fácil, sólo necesitaste avasallarme a gritos y a golpes en privado y con frases hirientes y desprecios en público, llegó a ser sencillo no abrir la boca.
Por supuesto me dejaste claro mi mal gusto en el vestir y mi poco atractivo, con frases tan explicitas como pareces la puta que eres, a donde vas con esa cara, das asco... , tu venir a esa cena, bastante vergüenza paso a diario, da gracias a que estoy contigo.
Esa es otra, no sabía lo poco que valía hasta que tú me lo hiciste ver. Yo no era nada sin ti , no servía para nada, ni siquiera para puta, nadie se fijaría nunca en alguien como yo, tonta, inútil, con poco cerebro, incapaz, la vida hay fuera era muy dura y una retrasada como yo duraría dos telediarios.
Cualquier mujer era más guapa, lista, trabajadora y fascinante que yo y valía para desempeñar la función que quisiese en la vida, y si te fijabas en otra era culpa mía.
Ni siquiera en las labores del hogar parecía satisfacerte, la casa no estaba suficientemente limpia, la comida hecha a su hora o la ropa bien planchada, no comprendo como pudiste aguantar tanto tiempo a mi lado, te agradezco el sacrificio.
Me imagino el alivio que supuso para ti cuando te abandoné.
Tendría para escribir un libro, pero creo que ya es suficiente con esta pequeña muestra, gracias, gracias y mil veces gracias.
Aunque lamento decirte que tenías razón al menos en un par de cosas. 1ª Soy muy tozuda. 2ª No aprendo ni a palos.
Y claro, he vuelto ha enseñar las piernas y llevo escote como esas putas a las que tanto te gustaba nombrar, de vez en cuando me maquillo a pesar de lo horrorosa que soy y aunque se supone que no sirvo para nada, he creado un hogar con mis hijas y juntas hemos salido adelante. Fíjate,  hasta me he atrevido a trabajar fuera de casa para otros y para mí misma y al parecer no lo he hecho tan mal. Supongo que esto debe resultar decepcionante para ti, a este respecto lo siento, como también siento que después de tantos años todavía sigas buscando a esa mujer perfecta y hallas perdido tu precioso tiempo EDUCANDO  a "otras" que como yo te han acabado "dejando tranquilo".
Sin nada más que decirte te deseo la paz y la felicidad que he encontrado a pesar de mis muchos defectos y carencias.