martes, 29 de noviembre de 2011

FICCIÓN / CARTA A UN MALTRATADOR 2º PARTE

Hola papá, espero que entiendas el motivo de esta carta, lo hago a petición de mi psicóloga que parece creer que es un paso necesario para que yo recupere el equilibrio que me falta.
Sí, voy a una loquera como dirías tú, una mujer.
Di este paso el día que no soporté ver tu rostro lleno de odio y rabia reflejado en el espejo de mi baño y no pude evitar pensar que la escena que acababa de protagonizar con mi pareja era un retrato exacto de los que había vivido de niño en casa.
Me di cuenta horrorizado de que me estaba convirtiendo en lo que más he temido y odiado en toda mi vida. Mi mujer me encontró llorando y hecho un ovillo en el suelo, entre lágrimas le pedí perdón por haberme puesto como loco por una tontería.
La psicóloga me dice que te describa la situación y así paso a hacerlo.
Mi mujer y yo estábamos discutiendo sobre un tema cualquiera y ella me rebatía todo lo que yo le decía con mucha calma y buen criterio, (me has pagado una carrera y se supone que me has dado una educación lo suficientemente buena como para contestarle de la misma forma), pero en lugar de eso tapé sus razonamientos con voces, sus gestos de calma con aspavientos y a su silencio final y postura de intranquilidad respondí con una furia incontrolable (mi psicóloga dice que SÍ PUEDO CONTROLARLA), un plato salió volando por el aire, su cara de terror fue el resorte que acabó de enfurecerme y a partir de ese momento, bueno, ¿no necesitas que te cuente lo que pasó,verdad? soy un digno hijo tuyo y me avergüenzo de ello.
El siguiente paso de esta carta es contarte como me sentía de pequeño, no entendía muy bien las situaciones que vivía en casa, tanto podiámos convivir en paz y armonía como estallar en una guerra unilateral por el motivo más pusilánime, estaba constantemente aterrorizado, tanto que muchas noches me orinaba en la cama.
Crecí entre tus gritos, palizas, faltas de respeto, engaños y manipulaciones a mi madre y por añadidura a mí, también crecí viendo a una mujer asustada la mayor parte del tiempo y esperanzada cuando por "h o por b" prometías cambiar y sobre todo resignada, asumiendo que esa era la vida que le había tocado vivir y que no le quedaba otra que llevarla lo mejor posible, al mismo tiempo crecí viendo que como hombre de la casa siempre tenías la razón y siempre te salías con la tuya. Era como si fueses Dios, un Dios severo egoísta e injusto, tardé muchos años en darme cuenta de que eso no era lo normal en las familias.
Me fui de casa en cuanto pude y me prometí a mi mismo que nunca sería como tú, pero debo reconocer que con mis primeras novias ya usaba alguna de las artimañas de las que había sido testigo toda mi vida y me decía que no había nada de malo en ello, que todos lo hacían.
Si quería conseguir algo que de antemano sabía que no estaba bien como que no se vistiesen de cierta forma o que ellas no fuesen a ciertos sitios para luego ir yo solo, las manipulaba para que se sintiesen mal y pareciese que eran ellas las que habían tomado la decisión.
Me gustaban las chicas de carácter débil y faltas de cariño porque eran manejables, las inteligentes y con carácter eran un reto para ponerme a prueba, aunque sacaban rápidamente a flote mi mal carácter. Aprendí que con estas últimas tenía que ser sutil, medir mis gestos y mis palabras no debía permitir que descubriesen mis intenciones y para eso tenía que conocerlas bien, sus gustos, sueños, ilusiones y sus puntos débiles, tenía que convertirme en "el hombre de sus sueños" para colarme en su corazón como el caballo de troya y poder cogerlas con la guardía baja.
Nunca me sentí culpable, no hasta que conocí a Julia y nos fuimos a vivir juntos.
Julia es un mujer inteligente y fuerte que no depende de mí en ningún aspecto, no tiene complejos y asume sus defectos, sabe lo que quiere y va a por ello, esto que me enamoró de ella, en la convivencia me comenzó a sacar de quicio rápidamente, a menudo sentía que me humillaba al no conseguir que entrase en mi juego, que me rebajaba con su actitud demasiado segura de si misma, rápidamente surgieron los primeros roces y desavenencias, por primera vez resultó que mis enredos no surtían el efecto deseado en una mujer y la cosa tomó un feo cariz hasta que el susodicho día "de las palabras pase a los gestos", pedí perdón por penúltima vez y prometí buscar ayuda sin demasiado entusiasmo.
Llevo un tiempo en terapia, e aprendido que tengo un problema, un problema que puedo frenar y solucionar si soy consciente de el, que tirar platos y gritar esta mal pero que antes de llegar a eso, manipular a las personas con mentiras o medias verdades y buscar la forma de salirme con la mía pisando a las personas que me quieren, no mostrar respeto por ellas y usarlas como si fuesen juguetes ya es MALTRATO, hacer que la persona que tenemos enfrente se sienta una mierda es MALTRATO.
He aprendido que debido al MALTRATO que viví de pequeño y el ambiente "contaminado" tengo una autoestima muy baja, no me quiero ni me valoro lo suficiente y me cuesta querer y valorar a los demás.
Pero no debo ampararme en eso para actuar como un energúmeno, tengo que aprender otra forma de relacionarme con las mujeres, una forma sana, sin dobleces, igualitaria.
También tengo que aprender a perdonar y perdonarme y asumir que soy responsable de mi vida y mis decisiones no de la de los demás.
Papá se que detrás de tu comportamiento hay un motivo, pero se que se puede cambiar, te perdono, espero que busques ayuda y te pongas en el buen camino, si no lo haces es tu elección, tu
responsabilidad, la mía es asumir mis errores, madurar y llevar otro tipo de vida para que otro niño el día de mañana no se haga pis en la cama y de adulto lleve la felicidad a las mujeres de las que se enamore.
BESOS PAPÁ.

2 comentarios:

  1. Vaya me has dejado muda, no se puede agregar nada a tu texto tan lleno de matices y tan ilustrativo de una situación
    Ya quisiera yo que muchos maltratadores tuvieran la valentía y osadía de enfrentarse a ellos mismos así, reconociendo su auténtica cara para actuar al respecto
    Muy bueno cielo
    Te dejo mis besitos

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  2. Por desgracia lo normal es que hombres como este de mi relato lleven una vida "normal" fuera de casa, que aunque tengan momentos de lucidez tengan panico a reconocer su problema y que sus parejas que han sido previamente engañadas, engatusadas manipuladas y enamoradas,sientan compasión ante las lagrimas que siguen a ese primer estallido de violencia y perdonen al maltratador, que por otra parte en ese instante se arrepiente sinceramnte, si esto se da con suficiente distancia en el tiempo no da lugar a que ninguno de ellos vean el verdadero alcance del problema y es facil caer en una relación viciada, para cuando se dan cuenta de lo que pasa a el le da verdadero terror enfrentarse con la situación y reacciona con ira, ella teme que si cuenta lo que pasa la gente no entenderá sus motivos para seguir a su lado tanto tiempo,cuando es una persona culta, activa y no depende del dinero de su pareja, siente vergüenza por ser la victima y prefiere quedarse y luchar por su pareja a dar la cara ante una sociedad que posiblemente la juzque y cuestione,esto añadido a la perdida de seguridad y autoestima que provoca el maltrato provoca que la victima no sepa reaccionar ante un maltratador que no reconoce por ser cada vez más y más agresivo + agresividad de el + vergüenza de ella, sin la ayuda de un profesional es muy dificil salir de esa rueda, como desde fuera no nos llegan los matices, vienen los juicios, por eso a veces a ciertos perfiles de maltratadas no se las cree y posiblemente esten diciendo la verdad, solo que pagan el pato por tardar demasiado en hablar.
    Dicen que esos perfiles hacen daño a la sociedad, desde mi punto de vista la sociedad es la que hace daño al no darle un apice de credibilidad,eso provoca que muchas mujeres que llevan años aguantando tiren la toalla y piensen que nadie las creerá y que aunque así sea no las entendan, mejor no digo lo que pienso de como se tienen que sentir de fuertes sus verdugos, a estas mujeres es a las que habría que tratar con la maxima delicadeza imaginemos a nosotras durante años en una situación así, imaginemos su fragilidad...

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