sábado, 17 de diciembre de 2011

INOCENCIA Y AMISTAD PARTE 1

Son las doce de la noche y en la casa no se oyen ruidos.
La niña se levanta de la cama y en silencio coloca una almohada donde debería estar su cuerpo, la arropa con mucho cuidado, para dormir se tapa la cabeza con la colcha cada noche, eso hará que si asoman la cabeza no se den cuenta del engaño, ¿quien la creería capaz de salir a ella sola a la oscuridad?. Se estremece al pensar en la posibilidad de que su padre descubra sus escapadas, la paliza sería terrible...
Aun así no piensa ni un segundo en quedarse en la cama, ha dejado la persiana levantada para no hacer ruido al salir por la ventana.
En cuanto pone los pies en el suelo se siente libre. Si, a eso huele la noche a libertad, sube a la barandilla que bordea la terraza, se coloca por la parte de fuera y la bordea hasta la esquina, mira hacia el camino y allí en medio está su nuevo amigo haciéndole señales con las manos, no alcanza a ver su cara, dirige su mirada al siguiente objetivo, es una columna que esta a un metro de distancia, podría bajar descolgándose pero siente esa ansiedad que siempre la empuja a precipitarse y salta aterrizando en ese pequeño cuadradito del tamaño de una baldosa, hasta el suelo hay algo más de altura pero esta acostumbrada a saltar, le encanta, a diario practica todo tipo de piruetas arriesgadas y trepa a los lugares más inverosímiles, muchos años después se asombrará al saber que eso es un deporte con nombre propio.
Se levanta y su  amigo se planta a su lado alargandole una galleta de chocolate, ambos sonríen felices, se dirigen hacia el cementerio comiéndose el dulce.
Llegan al final de las escaleras que los deja al pie de la gran reja que impide que la gente entre de noche (o que se salgan los muertos), piensa mientras la recorre un escalofrío de miedo, se gira para decirle a su amigo que tal vez su aventura no sea tan buena idea y que están a tiempo de volver a sus casas.
Parece que el le ha leído el pensamiento, está parado mirándola fijamente con cara de enfurruñado los brazos en jarra y los puños apoyados en las caderas.
-No iras a rajarte ahora.
-Bueno...
-¿Tienes miedo?.
-¿Tu no?.
-Pues claro que no, solo los niños pequeños tienen miedo, eres una niñata?
Ella se siente muy muy pequeñita, pero por nada del mundo va a reconocerlo ante su ídolo.
-Oye no te pases, ya tengo trece años!!.
-Si, eres toda una mujer, dice el con sorna.
La niña le quitaría esa sonrisa sardónica de un puñetazo si no fuera tan bajita al lado de ese rubio larguirucho, no entiende por que le gusta tanto, es de un blanco que si se escapan una tarde entera de otoño al sol su piel parece la de un cangrejo, luego están sus pecas, la niña en su vida ha visto tantas juntas en un solo cuerpo (si parece que tiene el sarampión) su pelo es rubio y tan rizado que cuando se empeña en hacerse la raya ella se acuerda de los payasos de la tele, la única forma de domarlo es cortárselo al uno, tiene una nariz grande y con forma de gancho y sus ojos son de color miel pero tan claros que le recuerdan los de un lagarto.
Aun así, si el niño la roza su corazón se acelera y siente una sensación en la boca del estomago que no había sentido anteriormente, cuando el se ofrece a llevarle la cartera ella le contesta orgullosa, un no gracias yo puedo, sintiéndose tan libiana que podría llegar levitando hasta su casa y las pocas horas del día que pasan separados el ocupa todos sus pensamientos.
Un murciélago sale volando del campanario de la iglesia y pasa a poca distancia de sus cabezas, la niña lanza un pequeño grito, el chico se agacha  al tiempo que la abraza para protegerla, a ella se le pasa el enfado de golpe y curiosamente también se ha desvanecido el miedo, la verdad es que está feliz ¡ojalá esa noche durase para siempre!.
-Habrá que escalar la reja y saltar al otro lado.
-Sin problemas.
-En un par de minutos esta al otro lado.
-Al chico le cuesta, sobre todo por el acabado en forma de lanza de la reja.
-Impulsate con las manos, vamos.
-Eres muy ágil, monito tití.
La niña odia que la llame así, por su culpa todo el pueblo la llama Tití, pero ve admiración en los ojos de el, ese le parece el mejor cumplido y se crece orgullosa.
-Todavía no han llegado ¿donde nos escondemos?.
Seguirá...

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