Lo siento.
Sé que ahora que ya no estás no sirve de nada que lo diga, pero lo digo de corazón.
Aunque en los cinco últimos años no te lo haya demostrado...
Si pudiese dar marcha a atrás lo haría, te usé como a un trapo, con el que fregar el piso.
Me gustaría haberte tratado como te merecías, con el respeto y consideración que tú has tenido conmigo. Nunca me has fallado.
Si te buscaba y tardaba mas de cinco minutos en encontrarte, me ponía insoportable, cuando aparecías me calmaba, mientras, procedías a ejecutar aquello para lo que te reclamaba sin un reproche.
Te he traicionado tantas veces... he ocupado mi cama con otro, sin pensar en ti, has acabado solo en cualquier rincón, sin darte ninguna importancia.
Solo me preocupaba de ti cuando te necesitaba.
Entonces, te veía tirado por los suelos y completamente roto, sentía un ligero remordimiento, te recogía e intentaba reconstruir tus pedazos, aunque solo fuera por sentirme mejor y no quedarme sin ti.
Si no estabas a mano y algún amigo me decía que pasase de ti y buscase al otro, no lo dudaba.
Ahora es tarde, querido mando, vas camino de la basura como un desperdicio cualquiera, me pregunto si encontraré otro tan resistente a los golpes, esta noche seguro que me acuerdo de ti, jugando en la cama con mi novio uno de los dos dirá.
-Cuidado con el mando que no acabe en el suelo.
-Debimos tratarlo mejor.
-Con el próximo tendremos cuidado.
Aunque ya sabes, como humanos que somos seguro que se nos olvida en el siguiente revolcón.
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