martes, 7 de febrero de 2012

DELICIOSAS VECINITAS

Soy varón casado, cuarenta años, hijos y trabajo fijo, cotidianamente hago las mismas cosas, hablo con la misma gente, vuelvo sobre los mismos pasos.
Fácil, sin sobresaltos, lo que se dice un hombre tranquilo con una vida plácida, quizás... demasiado.
Por eso doy gracias a Dios por otorgarme el pequeño placer de mandarme a mis deliciosas vecinitas, gracias a ellas mi vida es "diferente".
Cada día me levanto y me voy directo a la ducha, lo hago automáticamente con los ojos cerrados y medio dormido.
Cuando salgo soy un hombre nuevo (dentro de lo que cabe).
Me dirijo a la cocina para tomar café, con la taza en la mano me acerco a la ventana, la abro y respiro el  aire fresco de la mañana, miro enfrente y está alguna de mis tres vecinas preparando el desayuno, regando las plantas o tomando el fresco como yo.
Lo bueno es que esté quien esté me saluda con una sonrisa, "bonita forma de empezar el día", lo de las sonrisas es contagioso.
Bajo a la calle con una estampada en la cara.
Durante la jornada me las voy encontrando.
Alicia toma el desayuno de media mañana en la misma cafetería que yo.
Es mujer de café solo, periódico y barra para que no falte conversación.
Le gusta comentar las noticias, reírse con los cotilleos y sobre todo hablar de su equipo de fútbol favorito, este año esta eufórica con su Real Madrid. A los que le dicen que no tiene nada que hacer contra el Barsa ella responde muy seria y con el ceño fruncido un escueto -"ya se verá" para acto seguido adoptar la mejor de sus expresiones y cambiar de tema muy educadamente.
Me gusta hablar con ella, me pone las pilas la energía con que se toma la vida.
De camino a casa suelo comprar el pan y ahí está Rocío cogiendo su chapata y su pan de ajo.
Es la más habladora y dicharachera, conoce a cada una de las personas del barrio, en él la adoran, y es que siempre tiene una palabra amable, un gesto de cariño, si hace falta que alguien cuide durante un rato un niño o un anciano ahí esta ella, de camino a casa me pone al día del ultimo nacimiento, divorcio o cualquier otro cotilleo, pero jamás habla mal de nadie, la verdad es que su manera de contar las cosas es muy divertida.
Ya en la puerta de nuestros respectivos pisos nos despedimos con un franco y alegre hasta luego.
Mi "gordi" me recibe con el delantal puesto y una copa de vino tinto que me entrega mimosa. -Ultimamente da gusto el buen humor con el que vuelves a casa. (Si ella supiera, no creo que entendiese lo importantes que son en mi vida).
Después, una comida exquisita, (mi mujer es una gran cocinera) y una relajada sobremesa poniéndonos al día de lo que ha pasado durante la mañana, tocándonos, riéndonos, contándonos chistes...
Los niños dicen que este es el mejor momento del día -así, en familia-, se retiran a sus quehaceres, mi mujer y yo nos quedamos solos, acurrucados en el sofá viendo AMAR EN TIEMPOS REVUELTOS.
Para cuando nos desperezamos ya se ha acabado la serie, nos arreglamos y salimos a la calle a dar nuestro paseo diario charlando de nuestras cosas, al rato decide aprovechar para hacer unas compras de esas que a los hombres nos resultan un coñazo, nos despedimos.
Me dirijo a casa saboreando ya la cerveza fría que me espera en la nevera y el ultimo libro de mi escritor favorito.
Estoy cómodamente instalado en el sofá con el libro en una mano y la cerveza en la otra y llaman a la puerta, voy mascullando hacia ella, la abro y me encuentro con una bandeja gigante de empanadillas de las pequeñas, de muchos sabores. En mi cerebro se desencadena una orgía de sensaciones, se me hace la boca agua, soy un glotón, lo confieso.
Consigo despegar la vista de las empanadillas, la dirijo a Laura, le doy un sonoro gracias que me sale del corazón, (y del estomago), la invito a pasar, me dice que no, ha cogido unos kilos de más y se ha propuesto ir al gimnasio al menos cuatro días a la semana, hoy toca, le digo que está cañón así. Se despide con un beso en la mejilla, sin duda es la mas cariñosa y detallista de las tres...
Vuelvo a repantigarme en el sofá sin soltar la bandeja de empanadillas, paso un final de tarde perfecto.
Casi a la vez llegan los hijos y la mujer alborotando el ambiente entre risas, ya los echaba de menos. Sí, soy un hombre dichoso.
Mientras preparamos la cena y nos tomamos una copa de vino veo luz en la ventana de enfrente y les deseo a mis queridas ancianitas que en su casa reine la misma armonía que en la nuestra.

10 comentarios:

  1. jajaja, realmente mucha suerte el tener tan cordiales vecinas, no importa la edad que tengan si son tan querendonas.

    Buen relato en tercera persona.

    Abrazos alados, Alondra.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Diana,a mucha gente nos gustaría tener unas vecinas tan animosas, un besiño.

    ResponderEliminar
  3. Tenían que ser ancianitas.
    De gente más joven no se podría esperar eso.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Hola Alondra

    Dí que si, la edad no importa si la gente es estupenda. Como estas vecinitas que alegran la vida a tu protagonista.

    Me ha gustado mucho tu relato.

    Besotes.

    ResponderEliminar
  5. Eso es lo que quería transmitir,en general valoramos poco a nuestros mayores hoy en día, a veces tengo la sensación de que no nos molestamos en conocerlos, en ver que nos pueden aportar y que le podemos aportar a ellos.

    ResponderEliminar
  6. Con vecinas a si las comunidades serian otra cosa.Se están perdiendo demasiadas buenas costumbres. Donde hay energía positiva se contagia rápidamente. Me despisto lo de vecinitas jajaja creo que soy una mal pensada. Buen giro. Un bessito

    ResponderEliminar
  7. Bueno, entre la mayoría de los blogueros, aunque a traves de una pantalla se ha vuelto a instalar esa forma de relacionarse, de preocuparse por los demás, de "escuchar" atentamente lo que "dice" el otro, de transmitir emociones, confiar y compartir parte de nuestras vidas con sus penas y alegrias,de no juzgar por la apariencía y querer ir mas allá. Me gusta este mundo...

    ResponderEliminar
  8. Acabo de llegar a este mundo al que te refieres, me gusta a mi también, espero dar la talla como la estás dando tu.

    Un beso de una recién llegada

    ResponderEliminar
  9. Bienvenida a nuestro mundo, te deseo que pases muchos momentos de felicidad escribiendo y compartiendo con los que pronto serán tus nuevos amigos:)

    ResponderEliminar