domingo, 18 de marzo de 2012

3-LA VIDA SE EMPEÑA EN DARTE LECCIONES-Dia de sol radiante.

Me desperté con el sol dandome en los ojos.
¿Quién dijo que Alemania es gris?
Sentada en la improvisada cama trazé un recorrido con la mirada, un sitio interesante, aula usada como local de ensayos musicales reconvertida en dormitorio para nosotros.
No se oía nada más que el canto de los pajaros, me acerqué a la batería y tuve unas ganas irresistibles de ponerme a tocar.
Una ducha me vendría bien, salí al pasillo con la timidez de quien lo hace en ropa interior en un sitio público y desconocido, no se veía ni se oía nada, encontré una salita con un vertedero, cafetera, despensa (vacía) una mesa y cuatro sillas, aproveché para lavarme la cara, tuve la mala idea de intentar beber agua del grifo, agff puro cloro ¡vaaale! ponerme a tocarlo todo y pasearme por el colegio en braguitas no es la mejor carta de presentación, pero es lo que hice.
Era hora de despertar a Naín, resultó que no había ducha y los baños eran los normales de cualquier colegio, nos vestimos sintiéndonos unos auténticos cerdos, bajamos directos a la casa de Helmut nos invitó a desayunar y nos dimos una ducha, más tarde nos tocó esperar en el exterior de la guardería para hablar con las profesoras (por mi parte es un decir).
Naín aprovechó para ponerme al día de lo acordado el día anterior con Helmut.                
Había estado guardándonos y pagando de su bolsillo una casita durante tres meses, el tiempo que mi marido le llevaba diciendo que llegaría y ahora no tenía donde alojarnos, aparte de eso yo podía empezar a trabajar al día siguiente.
Mí trabajo consistiría en ayudar a las profesoras durante las clases (recibir a los niños, ponerle la zapatillas, darles la merienda, acompañarlos al baño etc...)
Por el momento me ensenarían algo de alemán entre todos, iba a cobrar muy poco pero eso era lo de menos, me estaban dando la oportunidad de tener un futuro digno en su país, de hecho estaban buscando un profesor particular de alemán para aprender más rápidamente el idioma y el colegio asumiría los gastos.
Salieron las profesoras, fueron encantadoras conmigo desde el primer momento, me abrazaron y me besaron como si me conocieran de toda la vida, mientras hablaban sin parar (para los que opinan que los alemanes son fríos, diré que mi convivencia con ellos fue muy positiva, les estaré siempre agradecida y los llevo en mi corazón).
Acabó la reunión y nos despedimos, Naín decidió comprar algo por si teníamos hambre o sed cuando estuviésemos en la habitación, le comenté que mi primera impresión  había sido muy positiva, que estaba contenta, deseando comenzar a trabajar y poder traer a nuestra niña.
Mi marido guardó silencio, eso no me gustó nada, algo estaba barruntando, seguro que nada bueno.
De vuelta a la habitación comimos y volví a sacar el tema de nuestro futuro.
-No me comentaste nada de tú trabajo.
-Con el trabajo pasó como con el piso, no me pudieron esperar y se lo llevó otro.
-¿Qué vas a hacer ahora?
-Buscar algo por ahí, pero antes tengo que ir a Hannover a visitar a unos familiares.
-¿No puedes quedarte a buscar trabajo y dejar la visita para el fin de semana?
-No puedo, de hecho tengo que irme ya.
-¿Ahora?
-Sí.
-¿Qué voy a hacer? no conozco el pueblo y dormir aquí sola me da miedo, ¡ya me da miedo quedarme de día!
-No tienes de que preocuparte aquí estarás bien, apenas tenemos dinero y no se cuando voy a encontrar trabajo, con lo que te van a pagar no nos da ni para comer un mes, aquí no nos podemos quedar, tengo que ver a mi familia para pedirles dinero prestado, mañana por la noche estaré de vuelta, como mucho pasado mañana.
-Está bien, si no queda más remedio.
-No, no queda, toma algo de dinero para que compres comida champú o lo que necesites.
Recogió alguna ropa y se fue.
Tenía toda la tarde por delante, bajé al patio, no había nadie, tampoco se veía movimiento dentro de las aulas.
Decidí dar una vuelta por el pueblo, era muy bonito, con casas de dos pisos de altura con su jardín y su valla, otra vez recordé las películas americanas, apenas había tiendas, sólo un pequeño supermercado, una cafetería, el colegio, una gasolinera y la iglesia.
Si conseguía aprender rápidamente el idioma y dar la talla en el trabajo, sería un buen sitio para ver crecer a mi hija, hubiese preferido hacerlo en España cerca de mi familia, pero mi destino no lo había querido así, tendría que sacarle el mejor partido a lo que me había tocado, al fin y al cabo podría ser peor (todavía no sabía hasta que punto).
Entré en el supermercado, me moví preocupada entre las estanterías, no conocía el valor del marco (moneda alemana en ese momento) no sabía decir ni hola y mucho menos leer las etiquetas de los productos o saber cuanto costaban.
Compré lo justo por si acaso y me acerqué nerviosa a la cajera que  me saludó sonriente, metí la compra en la bolsa y le dí un billete pequeño, lo cogió y me dio unas monedas de vuelta, le dirigí una sonrisa y salí a la calle.
Volví a la habitación, me había traído unos libros y decidí pasar el rato leyendo, cenar y acostarme temprano.
Gracias a Dios al día siguiente estaría ocupada trabajando, seguro que cuando me diese cuenta mi marido ya estaría de vuelta y entonces sería todo más fácil.
Esa noche pasé miedo y apenas dormí.
Me levanté temprano, me aseé como pude en la pequeña cocina y bajé a trabajar, la mañana pasó volando, aprendí mis primeras palabras al tiempo que me presentaban a los niños y a sus madres.

Se pasó la tarde y por allí no apareció nadie, supuse que se trabajaría media jornada, seguro que me lo habían dicho, pero claro, no me enteré.
Eran las once de la noche, estaba sentada en la cama, mi marido no había aparecido ni llamado, tenía ganas de comer algo caliente y ducharme pero me daba vergüenza ir a llamar a la puerta del sacerdote.
Me eche a llorar, lo había hecho muchas veces antes y me tocaría hacerlo muchas veces después.
Al día siguiente la misma rutina, mi marido no dio señales de vida y Helmut tampoco.
El sábado me levanté triste, no se trabajaba y yo no sabía que hacer, estaba limpiando la habitación y
llamaron a la puerta, era Helmut, con él venía un vietnamita que hablaba algo de español, hizo de traductor entre nosotros, me traían un televisor para mi entretenimiento, si quería acompañarlo ahora podía ducharme, quería saber donde estaba mi marido.
Yo también...
Le dije la verdad, que se había ido a ver unos familiares que ya tendría que haber vuelto y que no sabía nada de él.
Puso mala cara, pero reaccionó al momento, se levantó y me acompañó a su casa para la ducha.
El resto del día lo pasé encerrada, avergonzada no sabía muy bien porqué.
Llegó el domingo, decidí ir a la iglesia, no soy religiosa practicante pero había que pasar el tiempo, además, me vendría bien tener a Dios y a Helmut contentos.
El lunes me avisaron en el trabajo de que mi marido estaba al teléfono.
-¿Donde estás, que demonios ha pasado?
-Nada, mi familia me esta buscando trabajo, por eso no he vuelto.
-Estoy muy sola y apenas me queda dinero ¿cuando vuelves?
-Pronto.
El "Pronto" se tradujo en quince días, de lunes a viernes las mañanas me pasaban volando, el resto del tiempo fue un suplicio, sobre todo porque leo muy rápido y acabé mis lecturas enseguida.
Diré que pasé hambre porque apenas tenía dinero y me daba vergüenza contarlo, también se produjo una situación un tanto incómoda (aparte de lo de mi marido) porque entre los libros que me traje de España estaba "La lista de Schindler", un día que Helmut me hizo una visita, tenía el libro encima de la cama y no pareció hacerle ninguna gracia.
Juro que no lo hice con ninguna mala intención.
CONTINUARÁ...

4 comentarios:

  1. Eres muy buena relatando,tienes en vilo al lector,y además eres una muy buena persona, entonces, dime, ¿porqué siempre en tus relatos perdemos las mismas?

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  2. A cada uno le toca vivir una vida y de ella extrae lo que despues espresa, mis mujeres y niñas son supervivientes llenas de energía dispuestas a comerse el mundo a la menor oportunidad, ellas son luchadoras que ante situaciones dificiles tomán el toro por los cuernos, a veces se equivocan pero aprenden, siempre aprenden,no es perdedor el que sigue adelante con una sonrisa a pesar de las penurias, el que ve las partes buenas de la vida, el que da a pesar de saber que posiblemente no reciba nada a cambio,no es perdedor el que se quiere y se respeta a si mismo, en mis relatos tal vez ellos tengan el poder, pero no son los más fuertes :)

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  3. Somos las fuertes, es evidente, en tus relatos y en la vida misma. El día que comenté tu escrito, estaba enfadada con el mundo, porque estoy hasta los ovarios de tener que luchar y demostrar siempre.Tienes razón, es lo que nos toca vivir, a ti y a mi, y a muchas mas. Pero con tu entrega, tu forma de plasmarlo, tus ansias de cambiar las cosas, nos animas a seguir en la lucha de la libertad. Sinceramente.
    (No te lo escribo en català, perque la meua llengua, la de la meua mare, es al castellà, i els sentiments es escriuren en la llengua mare)Molts petons. M'agrades, malgrat no et conegui.

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  4. hola alondra cielito uf que duro estar en un pais que no entiendes mucho el idioma... tu eres fuerte luchas por lo que quieres casi me veia yo en tu situacion la estaba viviendo mientras la leia es que la relatas tan bien jajaja besitossssssssssss

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