martes, 1 de febrero de 2011

Ella

Hace dos años recibí la llamada de un amigo invitándome a pasar el día por ahí, acepté encantada,
(siempre que estamos juntos lo pasamos muy bien).
Desayuno al borde del mar comentando las noticias del periódico, paseo por la playa haciendo el ganso todo lo que podemos, aperitivo y churrascada en Arcade, muchas risas contándonos nuestros últimos fiascos sentimentales y momento serio cuándo tocó hablar de nuestros respectivos negocios, la crisis ya nos estaba empezando a afectar.
Por la tarde tocó ir a un centro comercial.
Él es de los hombres mas presumidos que conozco, también es de los mas divertidos y aunque odio ir de compras compensa porque me hace reír todo el rato.
Al salir, cafetería con terraza y clarita.
-Ven quiero que conozcas una tienda que te va a encantar.
-No necesito comprarme nada.
-Es igual, Yo siempre necesito algo, sobre todo ver a la dependienta que me tiene loco.
-Como te tienen todas.
-Esta es especial cuándo la conozcas comprenderás porque.
-La tienda si que era un poco peculiar, aunque estaba claro que su principal reclamo era ella.
-Ojos azules, pelo negro azabache hasta la cintura, tremendo escote, tremendos pechos, vaqueros ajustados como guantes y tacón de siete centímetros.
-¿Merece o no merece la pena ir a por ella?.
-Está buena, pero no mas que otros royos tuyos que tienes mas a tiro.
-Las otras no me dicen que no.
-¿Llevas mucho tiempo intentándolo con esta?
-Tres meses
-No me lo puedo creer.
-Si hoy no consigo una cita me rindo.
La tienda tiene dos pisos, la ropa de chico esta en el de abajo y ahí que se la llevó para "que le aconsejase".
Me quedé viendo ropa interior en el de arriba, aunque teniendo una pantalla delante que los enfocaba directamente a ellos no pude evitar cotillear, no parecía que sus acercamientos diesen mucho resultado y eso que él se estaba dejando el resto.
Me metí en el provador con un par de sujetadores de esos que se pueden poner con todo tipo de ropa sin que se vean las asas, muy bonitos y sencillos de poner (eso dicen).
A mi me sobraban piezas por todas partes, estaba a punto de rendirme ante semejante rompecabezas cuando se abrió la cortina, era la dependienta que venía a ofrecerme su ayuda, lo hizo mirando mis pechos como si en cualquier momento se fuese a poner a juguetear con ellos.
Esa mirada aclaró cualquier duda sobre el posible éxito de mi amigo, (aunque cabía la posibilidad de que fuese bi).
Con un "deja que te ayude" se coló en mi probador, tengo que decir que no me molestó en absoluto.
-No te preocupes mis manos siempre están calientes.
-Si lo están ahora, me sirven.
-Los vamos a colocar para que te quede la espalda al aire, no tenía yo muy claro que tuviera que rozar  mi espalda una y otra vez para eso.
-Tienes unos pechos preciosos.
-Gracias, tú también, (la verdad es que no sabía que decir en una situación como esa).
-Sì, la verdad es que no están mal.
Me estaba poniendo muy nerviosa, el probador se hacía mas y mas pequeño por segundos, intentaba no mirarla directamente a los pechos para no cohibirla.
-¿Quieres ver mi tatuaje?, no había acabado y ya se estaba quitando la ropa, estaba claro que la única cohibida era yo.
Realmente el tatuaje era precioso una rosa negra con espinas.
-Eso tuvo que doler muchìsimo.
-Si, bastante, esta perdiendo el color y tengo que ir a que me lo repasen.
-En uno de los brazos tenía tatuada una hiedra.
-Qué bonitos, eres muy valiente.
Mientras, estaba pensado que yo no me los haría, no le veo la gracia a pasar dolor para hacerme un dibujo que dentro de treinta años estará deformado por los cambios de mi cuerpo, además eso me parece muy aburrido, prefiero la henna, con ella te puedes hacer el dibujo que quieras y para cuando empieces a cansarte ya se estará borrando.
Pienso que la gente que lo hace por capricho y pasa mas tiempo eligiendo el dibujo que pensando los pros y los contras de hacerse un tatuaje, posiblemente se arrepienta en un futuro.
Creo que  los que lo hacen después de tenerlo bien meditado, aunque algún día se arrepientan sentirán que valió la pena.
Pero eso son cosas mías, a unos y a otros les respeto la decisión y les admiro el valor de aguantar el dolor y no hechar a correr después del primer pinchazo.
-Ya está, ¿ves que bien?.
-Sí, gracias.
-De nada, ha sido un placer.
Salió tan deprisa como había entrado.
Me reí de mi misma por haber llegado tan rápido a la conclusión de que yo le gustaba, soy tonta, esta claro que simplemente es una chica dispuesta trabajadora y muy desinhibida.
Al salir encontré a mi amigo pagando lo que había  elegido, una camiseta muy ajustada para marcar bien los músculos y un cinturón con una hebilla enorme.
Si, mi amigo es de todo menos sencillo, lo que no tengo claro es si viste así porque está muy satisfecho con el  cuerpo que tiene ó, si por el contrario, lo hace porque se esconde detrás de ese cuerpo de gimnasio y su vestimenta de "soy lo mas", para que no vean sus miedos e inseguridades, lo justo, es que a él le sirva.
Cada uno de nosotros tenemos nuestras historias con las correspondientes cicatrizes y lastres y lo llevamos como mejor podemos.
A mí me da igual como vista, lo que me importa es que es una buena persona, un padre maravilloso, que con su ex tiene una relación envidiable y que como amigo nunca me ha fallado.
Ahí estaba él erre que erre, a lo suyo, que si eres muy bonita, que si no conozco Vigo de noche, que porque no te pasas un día por mi negocio, te invito a comer y te hago de guía turístico, se mostraba pícara, condescendiente o coqueta con la maestría que tienen las mujeres que se saben bellas y deseadas.
Pasé al mostrador y mientras pagaba mis compras seguí divertida la conversación, que desembocaba una y otra vez en una negativa.
Deberíamos irnos, me esperan en casa, está bien, se despidieron con dos sonoros besos en ambas mejillas y mi amigo salio feliz de la vida de la tienda.
-¿Que te ha parecido?.
-Muy simpática, me gusta.
-Tiene algo, ¿verdad?.
-Si... supongo que si.
Camino a casa no paró de hablar de ella, me gustaba verlo tan entusiasmado y desee que le saliese bien.
No le comenté lo que había pasado en el provador, si lo hacia tendría que contarle lo de mi primera impresión y me daba vergüenza ayer pensado tan mal.
Nos despedimos con un beso y la promesa de intentar vernos al menos una vez al mes.
Saque mi compra de la bolsa para guardarla y al abrir la caja cayó un papelito, contenía un nombre y su numero de teléfono.
-Vaya... resulta que no me había equivocado.

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